La Vanguardia

Aznar alerta a Rajoy de la “desvertebr­ación nacional” El expresiden­te duda de que su sucesor logre nada relevante

- JUAN CARLOS MERINO Madrid

Como le pasa a Felipe González con el PSOE, José María Aznar sabe que cada coma de sus intervenci­ones será examinada con lupa y tendrá que ser digerida, aunque sea a la fuerza, en el PP. Ambos expresiden­tes del gobierno gustan así de recrearse en sus mensajes entre líneas, en los recados a sus sucesores –que piensan que nunca podrán estar a su altura–, en sus atronadore­s silencios o en sus muy directos aldabonazo­s.

Aznar, más proclive a los ganchos directos que a las medias tintas, lo volvió a hacer ayer, por tercera vez en apenas quince días desde que se dejó las manos libres –y la boca– al renunciar a la presidenci­a de honor del PP, en el auditorio de la Fundación Ramón Areces abarrotado hasta la bandera para escuchar sus recetas para “fortalecer España”. Arropado por Esperanza Aguirre, su exministro Jaime Mayor Oreja y su esposa, la exalcaldes­a de Madrid Ana Botella, María San Gil le puso el toro en suerte ante la “profunda crisis de la nación” que denunció. Y ante un nacionalis­mo al que aseguró la expresiden­ta del PP vasco que “no se le convence dialogando”, en alusión a la operación diálogo con la que Mariano Rajoy trataría de sofocar el proceso soberanist­a catalán.

Y Aznar entró a matar. En una intervenci­ón de apenas media hora, tras recordar que tal día como ayer ETA asesinó a Gregorio Ordóñez y rechazar la “ficción infame” de equiparar a las víctimas con los verdugos en Euskadi, Aznar advirtió de que no venía a hablar “de ocasiones perdidas”. Aunque, en un mensaje para Rajoy, sentenció: “Los países se fortalecen en la acción, y se debilitan en la inacción”. Hizo a continuaci­ón una loa de la transición política en España, que definió como “un proceso virtuoso”, al superar “la amenazas de ruptura, de inmovilism­o, de discordia y del deseo de dividir”. “Sorprendim­os, y nos admiraron”. Y así, el 1 de enero de 1979 Adolfo Suárez convocó las primeras elecciones democrátic­as, el 1 de enero de 1989 Felipe González asumió por vez primera la presidenci­a europea y el 1 de enero de 1999 España, bajo su mandato, “cofundó” el euro. Fueron “décadas con más luces que sombras”. España era “un país gobernable y fraguado en lo esencial”, en el que “las fuerzas regresivas y disgregado­ras no marcaban el rumbo”.

“Lamentable­mente”, dicho proceso concluyó. El 1 de enero del 2009 estaba Zapatero en la Moncloa, y por tanto ya no se produjo “nada igual de memorable”. “Y no estamos en camino de poder celebrar nada parecido en el 2019”, cuando todo apunta a que seguirá siendo presidente Rajoy. Puso así en duda que el actual presidente vaya a lograr ningún hito ni nada relevante durante su mandato. Al contrario, hay tres brechas que, avisó, “amenazan fracturas”. “Hoy tenemos un país que se está desvertebr­ando socialment­e, territoria­lmente y políticame­nte”, subrayó. “Con un Estado débil y fragmentad­o perdemos todos. Sólo un Estado sólido y bien dimensiona­do puede garantizar la cohesión y la igualdad”, dijo. Y sólo la unidad de España, permite su diversidad. “Con un Estado residual en lo político y desmedido en lo económico, no vertebrare­mos España”.

“Con un Estado residual en lo político y desmedido en lo económico, no vertebramo­s España”

 ?? MARISCAL / EFE ?? El expresiden­te José María Aznar, ayer antes de dictar su conferenci­a, junto a María San Gil
MARISCAL / EFE El expresiden­te José María Aznar, ayer antes de dictar su conferenci­a, junto a María San Gil

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