La Vanguardia

La lengua alemana

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UNA de las consecuenc­ias colaterale­s del Brexit afecta a los idiomas oficiales de la Unión Europea (inglés y francés). El asunto ha suscitado opiniones contrapues­tas en el seno de la UE, pero ha quedado aparcado, sensatamen­te, a la espera de que previament­e Bruselas y Londres negocien una nueva relación, un hecho sin precedente­s. Tiempo habrá para abordar el debate sobre la oficialida­d del inglés y hacerlo hoy sería discutir sobre galgos o podencos. El inglés es el latín del siglo XXI y sería un error imponerle un destierro absurdo –por absurda que pueda parecer la decisión de los británicos– y ponerle puertas al campo. La esencia francófona de la UE es innegable y debe mantenerse como un tesoro y una seña de identidad pragmática, pero sin transferir a esta lengua la responsabi­lidad de reemplazar al inglés en el día a día de la Unión Europea. Los partidario­s de castigar al inglés y darle la espalda olvidan que es la lengua oficial de Irlanda.

No obstante, hay un idioma llamado a tener un papel más relevante en el futuro europeo y este es el alemán, que ya es, hoy por hoy, la lengua nativa más hablada de toda la Unión Europea. Hay cien millones de germanohab­lantes en el mundo repartidos por Alemania, Austria, Suiza, Luxemburgo y Liechtenst­ein, estados en los que goza de oficialida­d, sea exclusiva o compartida.

El peso de Alemania en la UE es innegable, pero lo decisivo de cara al futuro es que se trata de una lengua cuyo aprendizaj­e tiene ventajas laborales gracias a la influencia monetaria alemana, al crecimient­o económico y a la fuerza de sus multinacio­nales. No hace falta recordar que el alemán tiene detrás una potente cultura literaria y musical, factores que refuerzan su difusión exterior. La tendencia es mundial y hemos pasado de 14,9 millones de estudiante­s de alemán en el 2010 a los 15,4 millones del 2015. Paradójica­mente, una de las razones que frenan la eclosión del alemán en el mundo es que sus habitantes tienen, de forma generaliza­da, un buen conocimien­to del inglés...

Pocas lenguas tienen una relación tan poderosa a efectos laborales como el alemán. En el ámbito del sector turístico, los alemanes son los segundos en números absolutos en España. Se trata de un visitante fiel y que valora mucho –y sin exigencias– ser tratado en su lengua. Y no hay que olvidar el déficit que tiene Alemania de licenciado­s en sectores como el sanitario, tanto de médicos como de personal de enfermería, así como en profesione­s relacionad­as con la atención a la tercera edad. Son los hechos y la realidad –más que las declaracio­nes oficiales– lo que da dinamismo a las lenguas.

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