La Vanguardia

La cafetería

- Pilar Rahola

La frase es de Gandhi: “Primero te ignoran, después se ríen de ti, luego te atacan, entonces ganas”. Y, a la espera de saber el final del conflicto, lo cierto es que la premisa se va cumpliendo. Ciertament­e, la reacción del Estado español respecto al órdago catalán ha seguido las pautas referidas con precisión castiza. Primero lo ignoraron, hasta el punto de que, por negarlo todo, incluso negaban la historia. No se hablaba ni se contemplab­a, y, por tanto, no existía el problema.

Después –cuando la cosa empezó a llenar las calles con centenares de miles de personas, los ojos del mundo empezaron a mirar qué pasaba por estos lares, y hasta los había que se atrevían a montar un simulacro de consulta– llegó el momento de la cuchufleta. ¿Se acuerdan? El 9-N era una

costellada, el súmmum de la tontería. Pero fueron a votar más de dos millones de personas y, glups, sacaron la artillería...

Es evidente que el “entonces ganas” de Gandhi aún no se ha cumplido, pero también lo es que el Estado español no ha conseguido derrotar el órdago, continúa con un problema enorme que sólo sabe lidiar con Udefs, servicios de inteligenc­ia, constituci­onales y juicios políticos, es decir, con guerra sucia, y empieza a tener problemas antipático­s fuera de la España eterna. Lo de impedir la democracia a los catalanes parece que no gusta a todos en Europa.

Y ahí estamos, vuelta a la rueda, con la conferenci­a que hoy darán Puigdemont, Junqueras y Romeva en una de las salas más grandes del Parlamento Europeo. España ha repetido el ritual: primero lo ignoró, aunque trabajando para impedirlo; después se ha hartado de reír: que si lo harían en una cafetería, que si nadie hace caso a los catalanes; y mientras se partía de risa, empezaba su ataque por tierra, mar y aire, no fuera a ser que con la risa no consiguier­an boicotear el acto.

Es así como han enviado cartas a los eurodiputa­dos explicando las maldades de la Galia catalana. González Pons ha dicho que la libertad de expresión es muy buena, excepto si la ejercen los catalanes insurrecto­s, e incluso han conseguido que el presidente del Parlamento –sí, ese viejo amigo– convocara a los embajadore­s acreditado­s ante la Unión Europea a la misma hora de la conferenci­a, so pena de que la sala se llene hasta los codos.

Ignorar, despreciar y atacar, olé tú, todo excepto permitir que la gente se explique, que fluya el debate y que funcionen las urnas. Es un trabajo ingente para conseguir paralizar la rueda de la democracia, haciendo ver que se hace en nombre de la democracia, lo cual también es muy gracioso. Ingente e inútil, porque así no se para un conflicto que afecta a grandes mayorías de personas. La prueba: lo han hecho todo para impedir la conferenci­a y lo que han conseguido es activar el interés de los eurodiputa­dos. Hoy será un éxito, como lo fue el 9-N: de la costellada a la cafetería, y después... se les hiela la sonrisa.

Lo han hecho todo para impedir la conferenci­a y han conseguido un mayor interés de los eurodiputa­dos

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