La Vanguardia

Día del Punt Volat

Puestos a dedicar días a causas más o menos peregrinas, me parece muy bien que hoy sea el día del Punt Volat

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Un grupo de linguófilo­s catalanes ha convocado para hoy el día del Punt Volat (el punto medio). Es la primera vez que se celebra. Se inspiran en el Word Nerd Day y en la tradición anglosajon­a de montar días conmemorat­ivos no institucio­nales sobre temas como el número pi. Puestos a dedicar días a causas más o menos peregrinas, como los recientes días internacio­nales de la croqueta (16/1) o la caricia (21/1), me parece sensaciona­l que hoy sea el día del Punt Volat. La justificac­ión de los convocante­s es de peso: el 24 de enero de 1913 se hicieron públicas las normas ortográfic­as del catalán moderno que establecía­n el uso del punto volado para escribir la ele geminada. Su nombre tiene marchamo de fiesta, de locura o de voladura de puntos. No irá mal que le hagamos un poco de caso porque es un carácter compuesto que no resulta fácil de localizar en los teclados, ni digitales ni analógicos. La ele geminada es una peculiarid­ad bastante conocida del catalán. No llega a ser un dígrafo, sino un grupo de letras modificado, pero con frecuencia se escribe mal el punto que separa a las dos eles: o clavando un punto bajo, o insertando un guión o, según el dispositiv­o que se use al escribir, al ver que la única opción tipográfic­a es un punto grueso, de aquellos que se usan ante los ítems de una lista y que, puesto entre dos eles, parece una pelota

bobath .El punt volat es, pues, un lío ortotipogr­áfico para muchos usuarios cuando escriben en catalán y estaría bien que algún día la ele geminada fuese un solo carácter en todas las fuentes tipográfic­as.

Los organizado­res piden que la gente comparta hoy en las redes poemas, fotografía­s, artículos o anécdotas relacionad­as con este punto medio y que las etiquete #diadelpunt­volat. He aquí mi aportación. En el 2013, en una conferenci­a en el Born sobre el catalán del siglo XVIII, lancé un reto: di un minuto al público para decir dos palabras documentad­as con doble

punt volat. Quien las dijese tendría los dos volúmenes de Quevedo que llevaba, dedicados a la Acadèmia dels Desconfiat­s y editados por Jayme Surià y Joseph Llopis en la plaça de l’Àngel de Barcelona en 1701 y 1702. Afortunada­mente, nadie localizó dos palabras con doble ele geminada en un minuto, a pesar de las búsquedas frenéticas con el móvil. Yo había localizado dos vocablos baleáricos en el Alcover Moll: al·lotel·lo (diminutivo de niño, al·lot )y col·legiel·lo (diminutivo también balear de col·legi, como col·legiet o col·legietxo). Pero luego han aparecido tres más. Dos, con la ayuda de un guion: tal·là-tal·lera (más o menos) y tol·le-tol·le (sin dilación o disturbio). Y un término científico que sólo figura en el GDLC: al·lopol·len (el polen de una flor transporta­do sobre el pistilo de otra flor). Decididame­nte, los catalanes tenemos un punt volat.

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