Europa, imprescindible
Gran manifestación en Washington contra Trump y, sobre todo, en defensa de los derechos y libertades que muchos ciudadanos ven amenazados por la nueva presidencia. Una pancarta reivindica: “Nosotros sí queremos ser como los europeos”. Muchas manifestaciones en todo el mundo reivindican lo mismo, y especialmente en Europa los manifestantes reivindican, con orgullo, lo que Europa representa en este campo de los derechos y las libertades.
Simultáneamente, en Coblenza, todos los representantes de la ultraderecha europea se manifiestan contra Europa. Sus gritos contra la inmigración y los refugiados; sus insultos a Angela Merkel y el resto de exabruptos antidemocráticos tienen un destinatario final: la Unión Europea se ha de liquidar. Es el objetivo de los que viven con incomodidad un régimen de convivencia, libertad, tolerancia, respeto. Para todos estos, Europa es el enemigo que batir.
Los bandos ya están definidos. Son inequívocos. Europa y el europeísmo marcan la diferencia; se constituyen en el límite fronterizo entre la ultraderecha y los demás. Bien entendido que ya no hay confusión posible: el antieuropeísmo es la señal identificadora de las ultraderechas y, por tanto, todos los antieuropeístas saben y han de tener presente que trabajan objetivamente a favor de las posiciones ultraderechistas.
Esto no es nuevo. Muchas veces, en la historia y no muy lejana, los movimientos totalitarios se han beneficiado del apoyo indirecto y optimista de sectores ideológicamente muy distantes, tentados por la demagogia simplista del populismo radical. Y los resultados ya los conocemos: las primeras víctimas de esta posición han sido los mismos que la han hecho posible.
Europa, más necesaria que nunca. Frente a Trump, más Europa. Frente a Putin, más Europa. Para afrontar el Brexit, más Europa. Para combatir la oleada ultraderechista que amenaza la libertad y el progreso, más Europa. Ciertamente, algunas cosas han de cambiar, pero ni los fundamentos ni los valores que están en el origen de la Unión Europea se han de poner en cuestión.
No nos equivoquemos: Europa más que nunca. Los bandos son claros. Europa, imprescindible.
La señal identificadora de la ultraderecha es ya sin confusión posible el antieuropeísmo