La Vanguardia

Jordi Alcaraz lleva su obra híbrida y poética a Can Framis

El artista muestra en Barcelona su producción más reciente

- TERESA SESÉ Barcelona

Jordi Alcaraz (Calella, 1963) es un lector apasionado. Devora novelas, ensayos filosófico­s, poesía, artículos periodísti­cos... Pero lo suyo, dice, no es la palabra, sino un espacio híbrido entre la pintura y la escultura, el juego y lo sensible, que le permite reducir una novela a una evocadora mancha de tinta o dejar suspendido­s en pequeños tinteros excavados en un muro de metacrilat­o todos aquellos cuadros que fracasaron en su intento de ser pintados. Este último es el caso, por ejemplo, de Reducir las ideas a pintura, obra que el artista ha concebido como una suerte de “biblioteca de los errores” donde simbólicam­ente preserva sus proyectos naufragado­s, y que forma parte de la exposición Esborradís, organizada por el museo Can Framis de la Fundació Vila Casas (Roc Boronat, 116126, hasta el próximo 11 de junio).

Jordi Alcaraz es un artista que goza de una amplia proyección internacio­nal (en su agenda para los próximos meses figuran exposicion­es individual­es en Berlín, Trieste, Los Ángeles...) pero cuya obra continúa siendo una gran desconocid­a para la mayoría de barcelones­es. Su última muestra en la ciudad se remonta a cuatro años atrás, en la Joan Prats, su galería de toda la vida, por lo que el salto de formato no sólo es oportuno sino que le abre nuevas posibilida­des. La obras de Alcaraz –aquí ha reunido una cuarentena, todas de producción reciente– son cuadros que parecen esculturas o esculturas que son cuadros y a menudo se salen del marco, como en ese Dibujo, trazado mediante alambres, sombras y láminas de metacrilat­o.

“Transgrede todas las fronteras de la pintura; con la materia dibuja en el aire”, señala Glòria Bosch, comisaria de la exposición junto al propio artista, que invita a visitarla “con calma, has de ir poco a poco y a medida que vas entrando vas descubrien­do cosas”. También el historiado­r del arte J.F. Yvars, autor de uno de los textos del catálogo, habla de un “desafío” y de un “juego sensible” por parte del artista que exige al espectador una actitud atenta y cómplice. Las paradojas, los equívocos, siempre están ahí, camuflados en un libro-collage que se reivindica a sí mismo como Autobiogra­fía ;en un Autorretra­to en el que gracias al simple gesto de un rostro vaciado cualquiera puede reconocers­e, o en Parlar sol, donde pequeñas perforacio­nes sobre un cartón dejan entrever el espejo que hay detrás y que evocan la imagen del propio pintor solo frente a la pintura. O, en fin, esa Historia de la

pintura que en realidad no es otra cosa que un espejo que encierra “todas las pinturas posibles”.

La obra de Jordi Alcaraz a veces se diría que está emparentad­a con Brossa, otras con Chillida, con Perejaume o incluso con Fontana, referencia­s que él ni acepta ni rechaza, pero en todo caso, aclara, se siente más cercano al mundo de los artesanos anónimos que encuentra en los mercados, como él mismo (cualquier técnica que no pueda llevar a cabo sin ayuda externa la rechaza) o esos libros antiguos del siglo XVII que utiliza como base para dibujos sensuales para los que utiliza la sombra, trata de hacerlos desaparece­r mediante una gran mancha de tinta o los encierra en un marco clásico dándoles una nueva vida como libros objeto.

 ?? KIM MANRESA ?? Jordi Alcaraz, frente a una de las obras que se exponen en Can Framis
KIM MANRESA Jordi Alcaraz, frente a una de las obras que se exponen en Can Framis

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