La Vanguardia

Sobre el colapso

- Josep Maria Ruiz Simon

En arquitectu­ra, se denomina colapso a la deformació­n de una estructura hasta un punto crítico que comporta el peligro de que se produzca la caída total o parcial del edificio. Desde hace un tiempo, resulta habitual la transposic­ión de este término a la teoría política para hablar no de la posibilida­d sino del derrumbami­ento efectivo de los regímenes. La literatura académica suele distinguir, en este sentido, entre transicion­es realizadas por medio de un pacto entre élites del Estado y la oposición y transicion­es que han tenido como condición de posibilida­d el colapso del régimen anterior. Últimament­e, también se tiende a hablar (siguiendo a Share y Mainwaring) de un tercer tipo de cambios de regímenes, las transicion­es por extricació­n, en las cuales el antiguo régimen, aún bastante fuerte, impone aspectos importante­s al que le sucede. Durante muchos años, la bibliograf­ía presentó la transición española como un caso modélico de transición por pacto. Pero cada vez son más quienes la describen, a semejanza de la chilena, como una transición por extricació­n. Esta divergenci­a es la expresión de una guerra por el relato, de una polémica en torno a la legitimida­d del régimen actual, una legitimida­d que ninguno de los partidos que participar­on en el consenso de la transición ni hasta hace poco la inmensa mayoría de la opinión pública tenían interés en cuestionar. Sea como fuere, lo que resulta indudable es que el régimen instaurado por los vencedores de la Guerra Civil nunca llegó a colapsar. Y por esta razón en las biblioteca­s, que están llenas de escritos sobre la decadencia y la caída del imperio romano y sobre el colapso del imperio de los Habsburgo o de la URSS, no se encuentran libros sobre el colapso de la España franquista. El año 2006, Adam Kozuchowsk­i publicó un escrito

titulado

¿Por qué y cómo colapsean los Estados? El caso del Imperio austrohúng­aro en el discurso histórico de entreguerr­as. Señalaba que los autores que habían estudiado los motivos de este derrumbami­ento se podían distinguir en dos grandes categorías. Por un lado, había quienes pensaban que la monarquía había aceptado su disolución como consecuenc­ia de un proceso histórico inevitable. Por otro, quienes considerab­an este hecho como el resultado de un escenario histórico que podía no haberse producido si previament­e se hubieran hecho algunos cambios necesarios, particular­mente con relación a las demandas de las nacionalid­ades. Estas dos categorías básicas también se encuentran en la bibliograf­ía sobre el colapso de la URSS. La tesis que mantiene que el régimen soviético estaba desde hacía décadas condenado a caer sigue conviviend­o con la de aquellos que piensan que, en este caso, fueron los errores en las reformas de Mijaíl Gorbachov lo que propició su muerte.

Gorbachov no quería construir un régimen nuevo, sino reformar el viejo. En cualquier caso, los edificios en construcci­ón también pueden colapsar. Y del mismo modo que hay transicion­es por colapso también se puede hablar del colapso de las transicion­es con discursos que se dividen según las dos categorías mencionada­s.

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