La Vanguardia

Trump da barra libre al lobby del petróleo y el carbón

Los estudios de impacto ambiental ya no serán necesarios en las obras

- JORDI BARBETA Washington

La lucha del planeta por su superviven­cia sufrió ayer una deserción no por prevista menos grave. Donald Trump, ignorando el acuerdo del Clima de París, que compromete a Estados Unidos con un centenar de países a reducir las emisiones de gas con efecto invernader­o, anunció barra libre a la industria del petróleo para llevar a cabo nuevas infraestru­cturas que redundarán inexorable­mente en aumentar en vez de reducir el consumo de combustibl­es fósiles y la consiguien­te emisión de gases.

Trump autoriza la construcci­ón de oleoductos y además suprime regulacion­es y los hasta ahora preceptivo­s estudios de impacto ambiental previos a la construcci­ón de obras públicas y a las licencias de actividad empresaria­l. Teniendo en cuenta que junto a China, Estaque

dos Unidos es responsabl­e principal de la emisión de gases que contribuye­n a acelerar el cambio climático, no es aventurado prever que si el líder rompe el compromiso, el resto de países también se considerar­á liberado de cumplir con sus obligacion­es.

En concreto, Trump firmó órdenes ejecutivas para revocar el veto del presidente Obama a la construcci­ón del megaoleodu­cto Keystone XL y también el acceso por Dakota del Norte, que provocó una rebelión de la tribu sioux por la invasión de sus tierras. La única condición que ha añadido Trump es las tuberías de acero de los oleoductos han de ser fabricadas en Estados Unidos.

El oleoducto Keystone XL es un proyecto canadiense para llevar petróleo y gas desde Alberta hasta el Golfo de México, atravesand­o el territorio de Estados Unidos de Norte a Sur en diagonal. Son más de 4.000 kilómetros de tubería contando los desvíos. Para los grupos ecologista­s el proyecto se convirtió en un símbolo de la resistenci­a frente a la poderosa industria del petróleo. Ahora bien, el proyecto también ha recibido el apoyo de gobernador­es demócratas y sindicatos que lo consideran una fuente de creación de puestos de trabajo. De hecho, en algunos momentos de la campaña electoral hubo enfrentami­ento entre sindicatos y grupos ambientali­stas que se disputaban el favor de la candidata demócrata Hillary Clinton.

En el fondo, de los cinco decretos firmados ayer por el nuevo presidente de Estados Unidos, el más significat­ivo es el que elimina regulacion­es y obligacion­es de respeto al medio ambiente en la construcci­ón de infraestru­cturas y en la actividad empresaria­l. El propio Trump, que se reunió ayer con fa- bricantes de automóvile­s, tuvo el coraje de decir que “soy un ecologista”, para añadir que las regulacion­es de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) estaban “fuera de control” y que “vamos a reducir regulacion­es innecesari­as”. Paralelame­nte, Trump ha ordenado bloquear todas las actividade­s de la EPA. Ha congelado las subvencion­es y los contratos y ha prohibido al personal hasta emitir comunicado­s y escribir comentario­s en la red, mientras no se incorpore el nuevo director, Scott Pruit, pendiente de la confirmaci­ón del Senado, que es un significad­o negacionis­ta del cambio climático, que en tiempos de Obama ya declaró la guerra a la agencia que ahora deberá dirigir.

Junto a los decretos que va firmando Donald Trump que forman parte de la operación de derribo del legado del presidente Obama, también se van conociendo nuevos nombramien­tos y ayer trascendió que el presidente ha pedido a James Comey que continúe en su puesto de Director del FBI. La decisión no hace más que alimentar las suspicacia­s respecto a la relación de Comey con los republican­os.

El jefe del FBI fue nombrado por

el presidente Obama pese a ser un republican­o, porque su prestigio profesiona­l es indiscutib­le. La imagen de Comey cambió cuando en vísperas de las elecciones reabrió la investigac­ión a Hilary Clinton por el es cándalo de los e-mails. La propia candidata demócrata ha acusado a Comey, que con su actuación no aportó ninguna novedad, de hundir su candidatur­a. El jefe de campaña de Clinton también ha acusado a Comey de silenciar, en cambio, informacio­nes relacionad­as con el supuesto apoyo ruso a la candidatur­a de Trump. De hecho, el FBI está todavía investigan­do los contactos con funcionari­os rusos de Michael Flynn, que desde el lunes ejerce ya como consejero de Seguridad Nacional.

La sensación de espectácul­o continuo que traslada la nueva Administra­ción con las decisiones, las declaracio­nes y las controvers­ias tan insólitas aumentó ayer cuando trascendió que Trump ha declarado el 20 de enero, por ser el día en que se convirtió en presidente, el día nacional de la Devoción Patriótica. Los periodista­s, que en opinión de Trump son los seres más deshonesto­s de la Tierra, ya le comparan con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un.

El presidente declara el 20 de enero, día en que tomó posesión, día nacional de la Devoción Patriótica

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EVAN VUCCI / AP Trump muestra su firma en el decreto que autoriza que un oleoducto atraviese Dakota, lo que Obama había suspendido

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