La Vanguardia

Gloria inmarcesib­le

Mientras Roddick ingresa en el Salón de la Fama, el suizo estira su carrera: ya está en semifinale­s en Melbourne

- SERGIO HEREDIA Barcelona LA SORPRESA

Roger Federer vence a Mischa Zverev y pasa a las semifinale­s del Open de Australia.

Andy Roddick (34 años) vive en una contradicc­ión.

Ayer le comunicaro­n que entrará en el Salón de la Fama del tenis. Y eso no está nada mal.

Lo que pasa es que Roger Federer es un año más mayor. Tiene 35. Y ahí sigue, barriendo rivales.

–Bueno, nunca fui un eterno favorito, a diferencia de Federer o de Serena Williams –dice Roddick, aturdido pese a que su palmarés es de aúpa.

Ganó un US Open (2003) y jugó tres finales de Wimbledon. Pero le cayó encima el peso de la historia, del tenis estadounid­ense. La herencia de Sampras, Courier, Chang y Agassi.

–Fue una responsabi­lidad tremenda. Probableme­nte, aquella era la mejor generación de tenistas reunidos en un solo país. Nunca me vi llenando aquel hueco. No lo hizo. Es cierto que lideró el triunfo de Estados Unidos en la Copa Davis del 2007. Entonces, el país llevaba doce años sin levantar la Ensaladera. Pero sus coetáneos se lo llevaron por delante. Fue víctima de Nadal y de Federer.

Tiremos de memoria. Por su mente pasaron muchas cosas en Sevilla, en aquella final de Copa Davis del 2004. Un otoñal Moyá y un emergente Nadal, apenas un top 20, acabaron con él, con la resistenci­a estadounid­ense. La tierra de La Cartuja estaba lenta. Sus bombas al servicio, a 239 km/ h, no cundían efecto. Nadal le tumbó. Ahí empezó a apagarse.

Federer fue algo más allá. Le pisoteó. Lo hizo sobre la hierba. Tres veces le derrotó en la final de Wimbledon. 3-21 acabaron en sus enfrentami­entos directos. 21 para Federer. Aunque en el último choque, en Miami, en el 2012, ganó Roddick.

–Afortunada­mente para Federer, ya me he retirado –reía.

Quien no reía ayer era Mischa Zverev. El mayor de los Zverev. Tiene 29 años. Diez más que su hermano, Sascha. Los expertos dicen que el futuro pertenece a Sascha. Veremos. El sábado, en Melbourne, Nadal lo derrotó en la tercera ronda.

Ayer, Mischa Zverev fue pasto de Federer. El suizo se lo sacó de encima en 92 minutos. Y eso que es seis años mayor.

Lo hizo desde el inicio del partido. En apenas doce minutos, Federer ya ganaba 5-0. Luego, Zverev trató de cambiar las cosas. Se subió al saque-volea, estrategia que le había servido el domingo, ante Murray. Federer le vio venir. Le pasó bolas por los lados. Registró 65 golpes ganadores. Zverev regresó a la realidad.

¡Qué lejos quedaba, de repente, su victoria ante Murray!

La noticia genera sentimient­os encontrado­s. Los románticos suspiran por una final vintage ,un Federer-Nadal (esta mañana, el balear busca su plaza en semifinale­s ante Raonic, y esas son palabras muy mayores). Los más prácticos opinan que ya basta. Es el caso de Mats Wilander:

–Ya he visto grandes finales entre ellos y no tengo que ver otra necesariam­ente. Necesitamo­s caras nuevas. Ambos ya han estado en finales de Grand Slam. Lo han hecho tantas veces que se sentirán cómodos. Prefiero ver a alguien que vaya a estar nervioso, que tenga que jugar el mejor tenis de su vida. ¿No sería mejor? Eso dice Wilander. Roddick se atreve a lanzar algunos nombres. Cita a Reilly Opelka, Jared Donaldson, Taylor Fritz o Frances Taifoe. Tienen entre 18 y 20 años. Tres de ellos

“No creía que regresaría a unas semifinale­s en Melbourne; sin embargo, aquí estoy”, dice Federer

alcanzaron la segunda ronda en Melbourne.

–Es el mejor grupo de jóvenes talentos que hemos tenido en los últimos quince o veinte años –dice Roddick.

Es posible. Lo que pasa es que Federer no parece dispuesto a abrirles la puerta.

–No creía que regresaría a unas semifinale­s en Melbourne. Y sin embargo, aquí estoy –dijo.

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ANDY BROWNBILL / AP Roger Federer aplaudiend­o al público de Melbourne Park, ayer

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