Hoy estudiaremos los meses del año
Durante la segunda legislatura en la que José Luis Rodríguez Zapatero fue presidente del gobierno español, el señor Miguel Lorente fue el delegado para la violencia de “género”, un cargo adscrito al Ministerio de Igualdad. Ahora es colaborador habitual de El País, de El Diario.es y de El Huffington Post, además de director del área feminista de la Universidad de Granada.
Ahora, con el noble objetivo de “dar respuesta a la desigualdad que [la mujer] vive en nuestra sociedad y la violencia de género que ocasiona”, ha convocado un concurso llamado Yes Women Can, que ha premiado doce fotografías que muestran lo que las mujeres pueden hacer “rompiendo con los estereotipos y mitos que las han atado a una serie de roles, funciones, tiempos y espacios”. Cada una de esas fotos aparece en uno de los meses del calendario que ha creado y que tiene la característica espectacular de que los nombres de los meses aparecen feminizados. El diseño es de Sandra Carmona Chicharro. De entrada hay que decir que no lo llaman calendario sino calendaria. El primer mes no es enero sino enera. Le sigue febrera. A este, marza. Y así hasta el final: abrila, maya, junia, julia, agosta, septiembra, octubra, noviembra y diciembra. No cabe duda de que se trata de un paso adelante que va más allá de aquel incipiente “miembros y miembras” que la ministra Bibiana Aído soltó el año 2008. Y más allá también del lenguaje inclusivo cupero que, seamos del sexo que seamos, nos otorga a todos el género femenino. Miguel Lorente, que es un poetazo, dice que la calendaria de la Universidad de Granada sirve para que “nuestras miradas se detengan en todos los días que esperan, en todas las vidas que se van con el transcurso de un tiempo cómplice con la desigualdad y su violencia, para impedir que pasen los días sin que nada más pase”.
No veo que la iniciativa tenga que limitarse a los nombres de los meses. ¿Por qué no también los de los días de la semana? Lunesa, martesa, miercolesa, juevesa, viernesa, sábada y dominga. O sea que, ahora mismo, cuando acabe de escribir este artículo, como tengo que llamar al doctor Torres para pedirle hora y enseñarle los análisis de sangre que me hice hace una semana, a la señora que coge el teléfono le diré:
–¿Me podría dar hora para el 3 de febrera? Uy, perdón: –¿Me podría dar hora para el viernesa 3 de febrera? Me dirá ella: –¿Por la mañana o por la tarde? –Por la mañana, mejora. –Uy, no, ahora que miro la agenda, el viernesa 3 no podrá ser. ¿Qué tal el juevesa 2 a las 5 de la tarde?
–Perfecto. Quedamos, pues, el juevesa 2 de febrera a las 5 de la tarde.
Se trata de un paso que va más allá del incipiente “miembros y miembras” que Bibiana Aído soltó hace años