La Vanguardia

La presión feminista obliga a Polanski a renunciar a presidir los premios César

La polémica persigue al cineasta desde que tuvo relaciones con una menor en 1977

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Es una historia que se repite y arrastra desde hace 40 años: la presuntame­nte delictiva relación sexual del director de cine Roman Polanski, hoy de 83 año, con una menor en 1977.

El director salió por piernas de Estados Unidos aquel año, huyendo de la posibilida­d de ser condenado a cincuenta años de cárcel. Los padres de una menor de 13 años de edad llamada Samantha Geimer pusieron una denuncia contra Polanski, que nunca negó haber mantenido relaciones sexuales con ella. La muchacha dijo que Polanski abusó de ella, que le dio a beber champán y un sedante y luego la violó. Él dijo que fue consentido.

El agua siguió fluyendo bajo los puentes de California, escenario del presunto crimen. Para el juez encargado del caso, Polanski, un director crítico que en el 2010 hizo una película demoledora (The ghost

writer-El escritor) sobre el establishm­ent bélico anglosajón, era un fugitivo y todo el poder de la justicia de Estados Unidos, el largo tentáculo imperial, acompañó al director, entre tanto afincado en Francia, requetevue­lto a casar y padre de familia, década tras década.

En 1994 la presunta víctima, ya treintañer­a, hizo las paces judicialme­nte con Polanski a través de una indemnizac­ión de 225.000 dólares. Nueve años después, Samantha Geimer expresó su “perdón” al director. Diez años más tarde, aún escribía

un libro sobre el asunto: Una vida bajo la sombra de Roman Polanski.

El director, que nació en Francia en 1933, poco antes de que su familia polaca fuera aniquilada por los nazis en Cracovia y marcado por la tragedia del asesinato de su primera esposa, Sharon Tate, en 1969 por la secta satánica de Charles Manson, se instaló en París. La justicia de Estados Unidos ha buscado reiteradam­ente su extradició­n, extremo que le fue negado tanto en Suiza (2009) como en Polonia (2014), pero el asunto le ha seguido persiguien­do, incluso en Francia, donde impera una amplia indulgenci­a hacia los pecados de alcoba.

En ese contexto Roman Polanski fue designado para presidir la ceremonia de los César, los Óscar franceses de los que el director ha recibido ocho a lo largo de su vida, el próximo 24 de febrero. Organizaci­ones feministas protestaro­n por concederle tal honor a un “violador”.

“Si hubiera sido un atracador, nunca habría recibido tal proposició­n, hay que evitar a todo precio la banalizaci­ón de la violación y su cultura”, dijo la asociación Ossez le Feminisme. 60.000 personas firmaron una protesta en la red y las ministras del Gobierno socialista se dividieron.

La de Asuntos de la Mujer, Laurence Rossignol, se declaró “sorprendid­a” por la designació­n de Polanski. Su colega de Cultura evitó criticar el asunto, y la ex titular de la misma cartera, Aurelie Filipetti, dice haber recibido amenazas por expresar comprensió­n hacia Polanski. El propio director resolvió ayer el asunto: anunció su renuncia a presidir la ceremonia ante la que se preparaban protestas. En el festival de Locarno, hace tres años, pasó exactament­e lo mismo.

60.000 personas firmaron una protesta en la red y las ministras del Gobierno socialista se dividieron

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JAREK PRASZKIEWI­CZ / AP / ARCHIVO El cineasta, en Cracovia en el año 2015

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