Mantener la esencia
Lambchop
Lugar y fecha: Sala Barts (23/I/2017). Guitar Festival
Originario de Nashville, el grupo Lambchop se ha labrado una afamada carrera que, partiendo del country alternativo, les ha convertido en visionarios del pop de cámara tal como evidencia su doceavo disco de estudio FLOTUS (For Love Often Turns Us Still) o
también (First Lady Of The United States). Un giro inesperado que incorpora a su sonido los métodos de producción contemporáneos asociados a las mentes más rutilantes del hip-hop y el R&B. Su líder, Kurt Wagner, se ha inspirado, según confiesa, en Kanye West, Frank Ocean y Shabazz Palaces para componer once canciones, que estrenaron en el inicio del festival Guitar BCN, en las que el elemento más destacado es un procesador que deforma su voz.
Este giro es una consecuencia lógica del interés de Wagner por la música electrónica, que ya se hizo evidente en su proyecto paralelo, HeCTA, con el que ha editado el muy interesante The diet (2015). En esta ocasión el grupo se presentó en formato de cuarteto con Tony Crow (piano eléctrico), Matt Swanson (bajo) y Andy Stack (batería y ritmos programados). Por su parte Wagner se alternó a la voz, guitarra y máquinas.
El repertorio, concentrado en las nuevas canciones, sirvió para comprobar que a pesar de los cambios Lambchop mantiene la esencia y una vez superada la sorpresa de escuchar la seductora voz alterada enseguida se puede sentir el confort de sus mullidas composiciones. Además, el tema más largo, The Hustler, que en disco dura 18 minutos y tiene un tratamiento muy electrónico, en directo se reduce a la parte esencial cantada, con protagonismo de un romántico fraseo de piano. Otro de los temas extensos, In care of 8675309, fue uno de los momentos culminantes del concierto, convirtiéndose en la mejor síntesis entre la languidez habitual y los borbotones soul. El añejo tono alt-country apareció en la repesca de la trotona Gone tomorrow, uno de los escasos guiños al pasado, junto con The new cobweb summer, con delicadas escobillas y piano jazzy, y Poor bastard que, aunque modernizada, sonó a mesilla de noche. En total fueron casi dos horas que pasaron como una exhalación y sirvieron para constatar que Lambchop, junto a Bon Iver, figura entre los mejores renovadores del
songwriting tradicional.