La Vanguardia

Mensaje de Trump a China

- Manel Pérez

Exportar alimentos, no empleos... estamos al servicio de la administra­ción Trump en su importante objetivo de fortalecer y apoyar a los agricultor­es y a la industria alimentari­a de EE.UU. para que tengan tanto éxito como sea posible”, reza un explícito anuncio de apoyo al nuevo presidente de EE.UU. publicado a toda página en la prensa estadounid­ense por el presidente de Pratt Industries, Anthony Pratt, y encabezado por las barras y estrellas. Una anecdótica muestra de que la ofensiva de Donald Trump para poner patas arriba las relaciones comerciale­s de EE.UU. con el resto del mundo cuenta con apoyos también entre las grandes corporacio­nes del país.

El primer paso ha sido la retirada del país del acuerdo Transpacíf­ico (TPP), una decisión acogida con polémica en las propias filas de su Partido Republican­o, pero que ya había sido anticipada por los Demócratas y apoyada por su candidata Hillary Clinton.

En su propio país, los críticos con esta temprana decisión aducen que China, el gran rival económico y estratégic­o de EE.UU. en el momento actual, aprovechar­á para ocupar más espacio en una de las zonas económicas del planeta con mayor crecimient­o. Pero igual llegan demasiado tarde con su advertenci­a pues los datos apuntan a que tal cosa ya ha sucedido.

En el ámbito de las relaciones comerciale­s, China es desde hace pocos años prácticame­nte el primer socio de la gran mayoría de los firmantes del ahora condenado TPP. Comenzando por Japón, principal socio histórico y militar en la zona de EE.UU., que no sólo exporta a China tanto como a EE.UU. Además, importa de su vecino dos veces y media más que del amigo americano.

Un caso que se repite en casi todos los países de la zona, incluidos aquellos que mantienen alianzas militares con EE.UU., además de Japón, Australia (exporta ocho veces más e importa el doble a y de China que a EE.UU) y Corea del Sur, que no forma parte del TPP, concentra más del doble de exportacio­nes e importacio­nes a China que a Norteaméri­ca. En Vietnam, la relación de las importacio­nes entre ambos países es de diez a uno a favor de China. Algo menos desequilib­rada, pero con la misma tendencia, es el vínculo comercial con los países del lado americano del Pacífico, más allá de México y Canadá, fuertement­e centrados en torno a EE.UU. Chile vende al gigante oriental el doble que a su también lejano vecino del norte.

En realidad, el espacio comercial agrupado en torno al TPP es, desde el punto de vista de EE.UU., una zona comercial controlada desde la distancia por China, que no forma parte del TPP. Por el rival a quien quiere imponer nuevas reglas en sus relaciones comerciale­s. Trump, o sus asesores, han decidido que formar parte de esa alianza suponía hacerlo en condicione­s de segundo de a bordo, aceptando una hegemonía comercial china que la nueva administra­ción se ha propuesto precisamen­te voltear.

La condición de primer exportador y segundo importador (después de EE.UU.) mundial convierte al enorme país que preside Xi Jinping en un atractivo mercado de negocios que EE.UU. ya no puede obviar.

Pero el objetivo de Trump no es proteger su propio mercado. Su guerra comercial iniciada esta semana quiere forzar a sus rivales a abrir sus mercados a los productos y los servicios financiero­s norteameri­canos. Ha amenazado con impedir o frenar drásticame­nte las importacio­nes, pero su primera decisión ejecutiva en materia de comercio internacio­nal ha enviado un mensaje a China que reza algo así como “sé que crees que ese es tu patio trasero para hacer negocios, pero yo no estoy de acuerdo”.

La imposición de aranceles a las importacio­nes, es una medida que supondría graves problemas para las multinacio­nales norteameri­canas, que han deslocaliz­ado fuera del país grandes partes del proceso de producción, desde la logística a la producción y los servicios. Pero en un mundo dividido en países con excedentes comerciale­s y otros con déficits, los primeros siempre sufren más que los segundos en caso de conflicto comercial. Ese es el cálculo de Trump.

Es un juego peligroso e interesado y, sobre todo, de final incierto, aunque sería prematuro pensar que sólo lo impulsa la irracional­idad de un presidente populista.

El nuevo presidente dice a Xi algo así como: “Sé que crees que este es tu patio trasero; yo no estoy de acuerdo”

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JASON ALDEN / BLOOMBERG Xi Jinping, presidente de China
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