Lo auténtico como bandera
Els Garrofers sirve una cocina honesta y fiel al territorio
Si alguna tendencia se está imponiendo en la filosofía coquinaria de nuestro país esa es, sin duda, aquella que respeta el producto autóctono, la sana cuna de este y la máxima proximidad a su zona de producción.
Nuestros jóvenes cocineros, guiados por las ideas de sus mayores, se distinguen por la autenticidad de su cocina tanto en sus recetarios y planteamientos técnicos como en el origen, cultivo y crianza de los productos que utilizan para desarrollar sus elaboraciones.
Incluso aquellos que llevan a cabo una cocina que fusiona diversas tendencias salvaguardan los orígenes tradicionales básicos en sus técnicas y productos básicos.
En esta línea, Gonzalo Rivier en la cocina y Adriana Figa en la sala son los artífices del restaurante en el que sólo se hace y sirve cocina sin trampa ni cartón.
Ellos no conciben su oferta sin su intervención directa. Desde el pan hasta los postres, todo lo que se sirve se ha confeccionado en la casa siguiendo un proceso de autenticidad que va desde la selección de los productos, garantizando su proximidad, hasta la elaboración siguiendo los métodos y procedimientos que sus maestros les enseñaron.
En términos actuales, se sienten y se confiesan identificados con la filosofía slow food buscando la optimización de su relación calidad precio.
Su oferta se centra en un menú diario que se sirve los mediodías de martes a viernes y un menú especial, de fin de semana, algo más elaborado, además de una carta que se puede combinar con los platos del menú.
Con una carta de vinos del país suficiente, aunque claramente mejorable, Adriana atiende en la sala con una controlada simpatía que logra que el cliente se sienta como en casa.
Ahí lo tienen, un pequeño templo de la autenticidad en el que la religión es la honestidad en el trabajo y la fidelidad al territorio.