Sentido común, justicia y política
El litigio por las obras de Sijena parece haber entrado en un callejón sin salida, y como en otros episodios de la vida política parece que ya sólo es posible el choque de trenes. En otras circunstancias lo lógico sería haber llegado a un acuerdo político, entre las dos comunidades, entre los museos de Barcelona/Lleida y los de Zaragoza/Sijena, y es cierto que hubo un intento por parte del conseller Santi Vila, boicoteado en su momento. Y lo normal en otros países con más tradición democrática es dejar estos casos embarullados, difíciles de pactar, en manos de la justicia, pero desgraciadamente cada vez más asistimos a sentencias marcadas por las simpatías de los jueces. Y a presiones mediáticas y sociales sobre los jueces que no deberían existir. Por consiguiente crece la desconfianza hacia la justicia.
Ante el caso Sijena ya sólo nos queda apelar al seny para evitar que todo acabe en un gran ridículo. De entrada hay que decir que estamos ante dos litigios distintos (por origen, características y juzgados): el de los objetos y el de las pinturas murales. Y sobre ambos, dos jueces distintos de Huesca han sentenciado en primera instancia que deben devolverse a Sijena. La devolución provisional de los objetos es posible y el MNAC ha atendido la sentencia. En cambio, el retorno provisional de las pinturas (arranque, traslado y nueva instalación) entraña un elevado riesgo de daños, absolutamente innecesario cuando se está pendiente de recursos ante la Audiencia y el Supremo que podrían cambiar el sentido de la sentencia. Enviar a la policía a buscar los objetos de Lleida debería evitarse por el conflicto gratuito que puede generar. Enviar la policía a arrancar los murales del MNAC sería el hazmerreír de Europa. ¿No tendría más sentido esperar a que los trámites judiciales lleguen al final de su recorrido y darse tiempo para una solución?