ANTISEMITISMO Y VETO NAZI
En Leipzig, donde existe un recomendable museo en la casa en que Mendelssohn vivió sus últimos años y falleció, ese efecto evocador se multiplica por mil. Las estancias hablan de una vida culta de alta burguesía acomodada. Felix era nieto del eminente filósofo judío Moses Mendelssohn –cuya figura inspiró a Gotthold Ephraim Lessing el drama teatral de finales del siglo XVIII Nathan el sabio, un monumento a la concordia entre religiones–, pero sus padres, buscando proteger las opciones de futuro de sus cuatro hijos, los bautizaron de pequeños y los educaron como protestantes. Felix se casó con Cécile, hija de un hugonote, compuso oratorios y rescató a Bach del olvido. Su muerte fue muy llorada, pero casi de inmediato empezó a ser considerado un músico falto de auténtica grandeza, creencia atizada por el repetitivo uso que las orquestas hicieron de sus obras más populares y por el creciente antisemitismo. En 1850 el compositor Richard Wagner publicó su panfleto El judaísmo en la música, en el que le atacaba con virulencia. El clima sobrevenido contribuyó a que el planeado monumento a Mendelssohn en Leipzig no se erigiera hasta 45 años después de su muerte. En 1936, aprovechando una ausencia del alcalde, los nazis de Leipzig lo destruyeron y durante todo el régimen hitleriano sus obras estuvieron prohibidas. Pero el genio se desquita ahora con creces de tanta ignominia: sus composiciones resuenan en salas de conciertos de todo el mundo y da nombre al concurso de música clásica más antiguo de Alemania.