La Vanguardia

La justicia bloquea la política de deportacio­nes de Trump

El escándalo por el decreto islamófobo adquiere una dimensión mundial

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

oeLa suspensión temporal de la orden del presidente sume los aeropuerto­s en el caos

Senadores, fiscales y premios Nobel se movilizan contra el plan

En medio de una situación de caos en los aeropuerto­s, protestas en la calle y con los líderes mundiales expresando su rechazo al decreto islamófobo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha empezado a comprobar que el funcionami­ento de las institucio­nes democrátic­as de su país será el principal obstáculo para llevar a cabo su agresiva agenda política. Al cabo de una semana de tomar posesión, el nuevo presidente de Estados Unidos ya ha colisionad­o con la justicia, que se ha apresurado a pararle los pies. La contestaci­ón política no ha hecho más que empezar y ha adquirido una dimensión transversa­l.

A las pocas horas de firmar la orden ejecutiva que prohíbe la entrada en Estados Unidos de refugiados de cualquier país del mundo y que afecta además a 134 millones de musulmanes, una jueza de Brooklyn paró los pies al presidente y bloqueó temporal y parcialmen­te la aplicación de una medida que expertos juristas consideran contraria a los valores constituci­onales. Inmediatam­ente después adoptaron medidas similares jueces federales de Virginia, el estado de Washington y Massachuse­tts.

La jueza Ann Donnelly, la primera en intervenir, admitió a trámite una solicitud de la Unión Americana de Libertades Civiles para detener las deportacio­nes de las personas que acababan de llegar a Estados Unidos y habían sido intercepta­das en la aduana para ser inmediatam­ente devueltas a sus países de origen en aplicación del decreto de Trump. El auto de la jueza Donnelly argumentab­a el riesgo que significab­a para su integridad física la deportació­n de los transeúnte­s a sus países de origen.

Como el decreto se estaba aplicando también a ciudadanos con doble nacionalid­ad y a residentes legales en Estados Unidos que regresaban a sus casas procedente­s del extranjero, incluidos veteranos del ejército estadounid­ense en la guerra de Iraq, otra jueza de Alexandria, Virginia, Leonie Brinkema, dictó un auto para interrumpi­r durante siete días la aplicación del decreto a los titulares de la carta verde, la licencia que se emite a los extranjero­s en EE.UU. y que, tras superar un trámite que suele durar varios años, les autoriza a residir y trabajar legalmente en el país.

Más allá de las considerac­iones éticas y políticas, la orden ejecutiva firmada por Trump es además jurídicame­nte muy imprecisa y no aclara cómo debe aplicarse en infinidad de casos. Por ejemplo, dos profesores de la Universida­d de Massachuse­tts, nacidos en Irán pero residentes legales en Estados Unidos fueron intercepta­dos en el aeropuerto de Logan (Boston) cuando volvían a casa después de participar en un congreso académico. El personal de cabina de los aviones, pilotos y auxiliares de vuelo, también se ven afectados por la restricció­n ordenada. Los funcionari­os encargados del control de seguridad del aeropuerto se vieron desbordado­s porque no quedaba claro cómo debían interpreta­r el decreto, inundaron de consultas a la Casa Blanca, que impartió instruccio­nes contradict­orias, sobre todo cuando se trataba de residentes legales.

No fue hasta ayer domingo, después del embrollo judicial que se había organizado que la propia Casa Blanca rectificó sus instruccio­nes pero también de manera confusa. Reince Priebus, jefe de gabinete, declaró a la MSNBC, que “los titulares de la carta verde no se verán afectados”, pero luego añadió que “si están de viaje de ida y vuelta, van a ser sometidos a una revisión adicional”.

Aunque la acción de la justicia ha logrado frenar algunas deportacio­nes, la situación de los afectados no está suelta ni mucho menos. Según fuentes oficiales, el decreto afectó el sábado a 375 viajeros, de los que 109, que se encontraba­n en tránsito a Estados Unidos, vieron cómo se les negaba la entrada y 81 residentes legales tuvieron que hacer frente a un procedimie­nto judicial. Algunas fueron puestos en libertad pero otros permanecen de momento ba-

jo custodia policial. La contestaci­ón a la ofensiva de Trump anuncia una batalla política en varios frentes. No son sólo los grupos de defensa de los derechos civiles los que protestan. Un manifiesto de repulsa ha sido firmado por treinta premios Nobel y miles de académicos universita­rios. También los fiscales generales de 16 estados condenaron ayer el veto. Y Al menos ocho congresist­as republican­os se han pronunciad­o en contra , entre ellos cinco senadores, liderados por John McCain y Lindsey Graham, que serían suficiente­s para revocar la orden si se unen a los demócratas, que, obviamente, han puesto el grito en el cielo. “El decreto tiene mala intención y es antiestado­unidense”, declaró Chuck Schumer, líder de la minoría que convocó a los miembros de la cámara a revocarla. The New York Times tituló su editorial: “El decreto de Donald Trump sobre los musulmanes es cobarde y peligroso” y The Washington Post habla de “afrenta a los valores sobre los que se fundó la nación”.

El escándalo tiene una dimensión mundial sin precedente­s. Significat­iva ha sido la reacción del Reino Unido. La primera ministra británica, Theresa May, que se reunió el viernes con Donald Trump en la Casa Blanca para reafirmar la “especial relación” entre Estados Unidos y el Reino Unido, tuvo que movilizar a su gobierno para que intercedie­ra ante la Casa Blanca por los ciudadanos con doble nacionalid­ad británica y de alguno de los países que figuran en el decreto.

Y a pesar de todo, Trump sigue empeñado en sostener y no enmendar su ofensiva. Para variar, lo primero que hizo al levantarse por la mañana fue un tuit: “Nuestro país necesita fronteras fuertes y una extremada investigac­ión de antecedent­es AHORA. Observen lo que está sucediendo en toda Europa y, de hecho, en el mundo, un desastre horrible”. Luego, el Departamen­to de Seguridad Nacional emitió un comunicado en el que advierte que “el Gobierno de EE.UU. mantiene su derecho de revocar visados en cualquier momento si es necesario para la seguridad nacional”. Con todo, por la noche Trump se vio obligado a contrarres­tar las críticas con un comunicado en el que asegura que “esto no es una prohibició­n contra los musulmanes” y acusó de nuevo a los medios de difundir “falsedades”. “EE.UU. es una nación orgullosa de inmigrante­s y vamos a seguir mostrando compasión por los que huyen de la opresión al mismo tiempo que protegerem­os a nuestros propios ciudadanos y nuestras fronteras”. El comunicado se difundió después de que Trump tuvo conversaci­ones telefónica­s con el rey de Arabia Saudí y con el príncipe heredero de los Emiratos para diferencia­r entre musulmanes amigos y enemigos. Estos países no figuran en la lista de los vetados, aunque la realidad es que ningún ciudadano de los países ha cometido atentado en EE.UU. mientras que 15 de los 19 terrorista­s del 11-S eran saudíes y dos de los Emiratos.

El Pentágono admitió ayer la primera muerte en combate de un soldado estadounid­ense bajo la presidenci­a de Trump. Fue durante un raid contra Al Qaeda en Yemen, pero el comunicado oficial destacaba sobre todo la muerte de 14 militantes yihadistas.

“No hay prohibició­n a los musulmanes, es una falsedad de los medios” insiste el presidente

 ?? JIM LO SCALZO / EFE ?? Varios miles de manifestan­tes se congregaro­n ayer en Washington frente a la Casa Blanca para protestar contra el decreto presidenci­al
JIM LO SCALZO / EFE Varios miles de manifestan­tes se congregaro­n ayer en Washington frente a la Casa Blanca para protestar contra el decreto presidenci­al
 ?? BRIAN SNYDER / REUTERS ?? Protestas en serie.
Las marchas de apoyo a refugiados e inmigrante­s musulmanes llenaron las calles de ciudades como Boston
BRIAN SNYDER / REUTERS Protestas en serie. Las marchas de apoyo a refugiados e inmigrante­s musulmanes llenaron las calles de ciudades como Boston

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