La Vanguardia

Un regalo a Manila

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

En las últimas semanas Luis Chavit Singson, uno de los hombres más ricos de Filipinas, intenta convencer a sus paisanos de que las comparacio­nes son odiosas y que él no se parece en nada al nuevo presidente de EE.UU., Donald Trump. Unos esfuerzos que parecen ser inútiles ante el paralelism­o entre los dos magnates. El último punto en común es la organizaci­ón del concurso de Miss Universo 2016, que el multimillo­nario y político filipino ha logrado trasladar a Manila tras pagar 12 millones de euros. Un certamen que el líder estadounid­ense financió entre 1996 y el 2015, cuya final se celebrará hoy en Manila y que su promotor plantea como una forma de compensar la mala imagen de Filipinas que ha creado la sangrienta campaña contra las drogas del presidente Rodrigo Duterte.

“Yo no soy como Trump”, ha declarado Singson recienteme­nte a Reuters, en un intento por desmarcars­e de las comparacio­nes que hacen los filipinos. “Somos muy distintos”, dijo este multimillo­nario de 75 años que ha dedicado la mitad de su vida a la política y que para subrayar que no tienen nada que ver indicó que estaba dispuesto a regalar todo su dinero. “No creo que Trump pueda hacerlo”, apostilló.

Pero por mucho que este poderoso hombre de negocios, que maneja un conglomera­do empresaria­l de más de un centenar de compañías, se empeñe en marcar distancias, no puede evitar que le comparen con el inquilino de la Casa Blanca. Sus negocios, sus ideas políticas y los escándalos que han salpicado su vida son unos elementos irrebatibl­es.

Y es que puestos a buscar paralelism­os, además de tener una colonia con su nombre, ambos comparten el placer por los realities televisivo­s. Singson, a quien se le calcula una fortuna próxima a los mil millones de euros según la prensa local, también financia un concurso en la televisión filipina. Si Trump tenía el programa The apprentice, Singson produce uno titulado Happy Life, que consiste en gratificar con regalos sorpresa –incluida una casa– a aquellas personas que, a pesar de sus escasos recursos, intentan hacer felices a la gente con su apoyo.

Pero si el reality televisivo es la parte amable de este magnate que tiene su propia aerolínea, la otra cara, la que estremece a los filipinos, es la que incumbe a su faceta política. Y es que Singson, que fue gobernador de la provincia de Ilocos Sur 28 años, ha declarado su apoyo a la violenta guerra contra las drogas que impulsa Duterte y que se ha cobrado 7.000 vidas en siete meses. Una acción que dice compartir Trump.

Y tampoco escapa a la opinión pública que este multimillo­nario, que durante décadas ha promovido a políticos, entre ellos el campeón mundial de boxeo y senador Manny Pacquiao, está detrás de la destitució­n de su amigo y expresiden­te del país, Joseph Estrada, en el 2001. Singson dijo entonces ante el Senado que había entregado al entonces presidente 414 millones de pesos (7,7 millones de euros) en concepto de sobornos procedente­s de las redes de juego ilegal. Una declaració­n que provocó la caída de Estrada, que acabó en la cárcel. Una maniobra con la que Singson habría frenado una investigac­ión en su contra por presunto uso indebido de fondos públicos, apuntó la prensa local en su día.

No fueron estos, sin embargo, los peores momentos de este magnate que en el 2008 fue nombrado vicesecret­ario de Seguridad Nacional por la presidenta Gloria Macapagal Arroyo. A lo largo de su vida ha sobrevivid­o a media docena de intentos de asesinato, dirigidos por sus primos, con quienes en los años sesenta y setenta del siglo pasado mantenía una enemistad mortal. Una prueba de aquellos enfrentami­entos es la camisa ensangrent­ada que guarda en su mansión de Manila. Singson la llevaba el día que fue víctima de un atentado en 1972, que acabo con la vida de 11 personas. “Por suerte estaba bailando con una señora gorda, que absorbió toda la metralla y murió en el ataque”, dijo el magnate a Reuters.

Singson se lleva el concurso de miss Universo a Filipinas para compensar la campaña antidrogas

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Manila
ROMEO RANOCO / REUTERS Aspirantes. Un grupo de candidatas al título de miss Universo posando en el centro de convencion­es SMX de Manila

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