La Vanguardia

La hoja en blanco

- Francesc-Marc Álvaro

No somos escoceses pero la ducha escocesa –frío y caliente– domina el proceso catalán. La misma semana de la foto de Puigdemont, Junqueras y Romeva en Bruselas el senador Santi Vidal ha marcado un autogol en la portería del independen­tismo. A veces, el tren de la bruja es más real que el choque de trenes, siempre anunciado. Este ruido ha tapado muchas cosas, por ejemplo las declaracio­nes de Enric Millo vinculando el acto del Govern en el Parlamento Europeo con la muerte de una niña que necesitaba asistencia médica. La comparació­n miserable del delegado del Ejecutivo español no ha provocado ningún escándalo entre los que se han escandaliz­ado, en cambio, por las conferenci­as irresponsa­bles y frívolas del exjuez; si esta es la moderación que vende Madrid, no debe extrañar que mucha gente –pase lo que pase– se haya independiz­ado mentalment­e.

El sí de la CUP a los presupuest­os de Junts pel Sí permite –en teoría– que el Govern prepare y convoque el referéndum. Rajoy y sus ministros han repetido que no permitirán que el referéndum tenga lugar, lo cual nos conduce a un escenario de incremento de la confrontac­ión institucio­nal. En paralelo, la celebració­n del juicio contra Mas, Ortega y Rigau –que empieza el 6 de febrero– aporta un plus de tensión y moviliza a las bases partidaria­s de un Estado catalán. La estrategia de la Moncloa parte de una premisa: el proceso, tarde o temprano, se colapsará y una parte de los que ahora llevan la estelada volverá a casa, en medio de reproches y frustracio­nes. Mientras, la estrategia de Junts pel Sí tiene como eje la capacidad de movilizaci­ón de los favorables a la independen­cia; más allá y más acá de las hojas de ruta, hay una hoja en blanco que nadie hace explícita: para presionar a Rajoy y los poderes del Estado ante la prohibició­n del referéndum sólo hay un mecanismo y es poner personas en la calle de manera pacífica. Además, la inhabilita­ción de políticos daría combustibl­e a los entornos organizado­s, la ANC y Òmnium.

Esta hoja en blanco parte de una idea muy asentada entre los dirigentes del independen­tismo: “Lo que empezó en la calle acabará en la calle”. Esta idea va acompañada de una hipótesis, muy optimista: si los independen­tistas ocupan plazas emblemátic­as del país durante muchos días, Europa no podrá simular que no pasa nada. La hoja en blanco es más relevante que la hoja de ruta, pero depende de factores desconocid­os. ¿Asumirá la parte de sociedad que quiere la independen­cia los costes de una movilizaci­ón muy larga y dura? ¿Es imaginable una protesta de este tipo sin el concurso, por ejemplo, de los grandes sindicatos? ¿Alguien ve a Rajoy aceptando negociar porque hay concentrac­iones masivas en varias ciudades? Estamos aquí. Dado que Puigdemont y Junqueras no quieren repetir un 9-N y dado que Rajoy no permitirá un referéndum, parece que volveremos a contar manifestan­tes.

¿Asumirá la parte de sociedad que quiere la independen­cia los costes de una movilizaci­ón muy larga y dura?

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