Morir en defensa de la tierra
El asesinato de ecologistas crece en los conflictos por la sobreexplotación
Los líderes ecologistas Isidro Baldenegro (México), Laura Vásquez (Guatemala) y Emilsen Manyoma (Colombia) fueron asesinados los días 15, 16 y 17 de enero. Son algunas de las últimas víctimas de los conflictos que causa la defensa del medio ambiente en muchos países. Un total de 185 personas pertenecientes a 16 países fueron asesinados el año 2015 por esta causa, según Global Witness. Son 69 más que el año anterior. Brasil (50 asesinatos), Filipinas (33), Colombia (26), Perú y Nicaragua (12) son los países más afectados. El trabajo denuncia que muchos pequeños agricultores, indígenas y activistas ambientales son perseguidos debido a la presión y los intereses de las empresas madereras, mineras, energéticas y agroindustriales sobre sus tierras.
Cada vez es más común que las comunidades locales que se oponen a los proyectos de sobreexplotación “se encuentren en el punto de mira de la seguridad privada de las empresas, las fuerzas estatales y un mercado floreciente de asesinos a sueldo”, señala Billy Kyte, portavoz de Global Witness, que pide que los gobiernos intervengan para detener esta espiral de violencia. Muchos asesinatos ocurrieron en aldeas remotas o en el corazón de las selvas, con lo que el número real de víctimas mortales puede ser mayor.
En el 2015 se observó un nivel de violencia sin precedentes en Brasil, donde las haciendas ganaderas, las plantaciones agrícolas y las bandas de madereros ilegales invaden las comunidades locales. La connivencia o falta de implicación de gobiernos o autoridades hace que muchos de estos asesinatos no lleguen a investigarse, dice Global Witness. Las escasas condenas que se han producido suelen caer sobre el pistolero que ejecuta los asesinatos por encargo, pero no sobre los que encargaron la represión de los activistas. “La responsabilidad de estas muertes recae principalmente en los gobiernos, que se convierten en cómplices al preservar los intereses del capital local y de empresas trasnacionales, y las grandes corporaciones, que quieren adueñarse de los territorios y de los bienes comunes”, indica Serlinda Vigara, de Ecologistas en Acción. A la impunidad se unen a veces las campañas de estigmatización, pues gobiernos y poderosos intereses intentan poner a la opinión contra estas personas presentándolas como contrarias al desarrollo. Los conflictos reflejan la sobreexplotación y el agotamiento de los recursos. Para conseguir menos de un gramo de oro, hay que mover una tonelada de tierras y eso ya pone en marcha maquinarias y tecnologías de explotación a veces devastadoras, dice el economista Joan Martínez Alier. Se hurga cada vez más en el planeta, pero no sólo para sacar petróleo.
Global Witness denuncia que muchos sucesos quedan impunes Los conflictos reflejan la sobreexplotación y los intentos de proteger los recursos naturales