Francia vence a Noruega y confirma su hegemonía
Francia se corona por sexta vez con un contragolpe letal y un Nikola Karabatic mágico
Parafraseando a Gary Lineker, el balonmano es un deporte que se juega siete contra siete y siempre gana Francia.
No hay más. Los bleus siguen agigantando su leyenda con su sexta corona mundial. La leyenda de los irreductibles galos, que han ganado 4 de los últimos 5 cetros –además de 3 de los últimos 5 Europeos y 2 de los últimos 3 oros olímpicos–, y siguen maravillando al planeta con un balonmano arrollador, físicamente poderoso, una defensa pétrea, un contragolpe letal y la magia de Niko Karabatic, MVP del torneo.
Francia se arrancó las dos espinas clavadas del 2016: su lamentable Europeo de Polonia (5.º) –apeado de semifinales precisamente por Noruega– y, sobre todo, la derrota en la final de los Juegos de Río ante Dinamarca. Todo estaba milimetrado para que Les Experts se desquitasen: un campeonato en casa, aupados por 28.000 aficionados bleus –cifra récord en el balonmano–, ayer por 15.000 en París, sin los tres máximos aspirantes en semifinales –Dinamarca, Alemania, España, fuera por sus propios errores–, y, no hacía falta, un arbitraje tendenciosamente casero en momentos clave de la final ante una Noruega brava que nunca se arrodilló.
La final de París fue una delicia para los amantes del balonmano. Al menos los primeros 30 minutos, todo lo que duró la resistencia escandinava (18-17). Una Noruega, recuérdese, que no contaba para nadie, que se coló en el Mundial con una invitación, y que ha enamorado, como ya hizo en el Europeo, con su juego velocísimo, rico tácticamente, con una movilidad espectacular, dirigida magistralmente por Sander Sagosen, un central de 21 años a quien ayer le superó el escenario y la carga de minutos.
Aferrado a esa velocidad endiablada, sacando petróleo del cambio defensa-ataque de Narcisse, y con un pletórico Bergerud bajo palos (13 paradas), Noruega se subió a las barbas francesas de buen inicio (4-6), puso el miedo en el cuerpo al templo de Bercy con el 11-14, y obligó a actuar a la pareja danesa para equilibrar el duelo: 6 penaltis para Francia en el primer tiempo; ninguno para Noruega. Los bleus recortaron la desventaja con un letal contragolpe (9 de los 33 goles) ejecutado por los puñales Mahé y Porte, y un cambio decisivo: Gerard por un gris Omeyer (2 paradas en 15m). El meta del Montpellier fue determinante con 11 paradas (41%).
la reanudación, Francia salió en tromba (parcial de 4-1, con Guigou aguijonando a la contra), se construyó una renta cómoda de +5 (25-20, 27-22), y dejó que Noruega, sin fondo de armario, se desgastase corriendo, mientras Karabatic dirigía la orquesta a su antojo. Cuatro oros en cuatro finales para él, dos veces MVP de un Mundial.
La IHF designó en su 7 ideal al meta francés Gerard, los extremos Bjornsen (Noruega) y Tollbring (Suecia), los laterales Remili (Francia) y Sagosen (Noruega), el central Duvnjak (Croacia) y el pivote Myrhol (Noruega). El máximo goledor ha sido el blaugrana Lazarov con 50 tantos (8,3 por partido), y la mejor portería, la noruega: Bergerud (89 paradas) y Christensen (44%). España, apeada en cuartos, acaba 5.ª.
EL MEJOR EQUIPO DE UNA ERA Francia acumula en el siglo XXI cinco de sus seis Mundiales, tres Europeos y dos oros olímpicos
PORTERÍA Y CONTRAATAQUE Para Francia fue clave la entrada de Gerard por Omeyer, el contragolpe (9 goles) y los 7 penaltis a favor