De predictivos a prescriptivos
La pregunta no es qué queremos que sean los ordenadores, sino qué queremos ser nosotros
Hace unos días preguntaban al cofundador de Google, Sergei Brin, qué pasaría cuando los ordenadores pasaran del actual modo predictivo al modo prescriptivo, es decir, del modo en el que responden a nuestras preguntas al modo en el que nos dicen qué tenemos que hacer.
En un escenario así, un sistema inteligente que tuviera en cuenta lo que miramos en las plataformas digitales, lo que leemos en línea, los libros del Kindle, la música que escuchamos en Spotify, los me
gusta de Instagram y la declaración de renta, sabría dónde iremos de vacaciones y nos podría reservar avión y hotel en el momento en que la oferta fuera mejor.
Seguimos. Si el sistema fuera bastante inteligente como para decidir el mejor momento para comprar avión y hotel, podríamos pensar en extenderlo a la compra-venta de bienes en general. Por ejemplo, podríamos diseñar un sistema de compra-venta de acciones de acuerdo con nuestro interés y la situación económica mundial con el objetivo de maximizar el beneficio económico. Está claro que un sistema capaz de trabajar con históricos de bolsa e indicadores económicos lo haría de manera más eficiente que una persona, que tiene una experiencia y memoria limitadas.
Seguimos. Un sistema así, capaz de decidir lo que es bueno para la economía personal, se podría extender a todos los habitantes de un país y que decidiera lo que es bueno a nivel macroeconómico para el conjunto de sus habitantes. Este sistema tendría en cuenta la situación personal de cada uno, los históricos de bolsas, políticas económicas y conflictos globales para poder tomar las mejores decisiones para el bien común.
Seguimos. El sistema inteligente podría pensar que a la economía del país le ha ido bien siempre que sus fuerzas armadas han intervenido militarmente en algún punto del planeta. En general, cuando se ha incrementado el gasto militar, el PIB ha subido y las cosas han mejorado para la economía del país. El sistema también sabe que internet y los sistemas inteligentes como él mismo son fruto de la guerra fría y de generosos presupuestos militares.
Un sistema así estaría en comunicación permanente con el sistema de inteligencia militar que le informaría de las operaciones previstas y de los resultados militares para poder decidir así qué inversiones hacer. De la misma manera, el sistema inversor podría sugerir al sistema militar actuaciones bélicas con el objetivo de maximizar los beneficios económicos para su país.
Sergei Brin no respondió todo esto pero sí que apuntó que en un escenario así nos podríamos preguntar para qué necesitamos líderes políticos si todas las decisiones las puede tomar un ordenador, y que la pregunta no era ésta sino que la pregunta era qué queremos en realidad. A ver si al final resultará que no podremos dar la culpa a las máquinas.
La pregunta no es qué queremos que sean los ordenadores, la pregunta es qué queremos ser nosotros.