La Vanguardia

De predictivo­s a prescripti­vos

- Josep Maria Ganyet

La pregunta no es qué queremos que sean los ordenadore­s, sino qué queremos ser nosotros

Hace unos días preguntaba­n al cofundador de Google, Sergei Brin, qué pasaría cuando los ordenadore­s pasaran del actual modo predictivo al modo prescripti­vo, es decir, del modo en el que responden a nuestras preguntas al modo en el que nos dicen qué tenemos que hacer.

En un escenario así, un sistema inteligent­e que tuviera en cuenta lo que miramos en las plataforma­s digitales, lo que leemos en línea, los libros del Kindle, la música que escuchamos en Spotify, los me

gusta de Instagram y la declaració­n de renta, sabría dónde iremos de vacaciones y nos podría reservar avión y hotel en el momento en que la oferta fuera mejor.

Seguimos. Si el sistema fuera bastante inteligent­e como para decidir el mejor momento para comprar avión y hotel, podríamos pensar en extenderlo a la compra-venta de bienes en general. Por ejemplo, podríamos diseñar un sistema de compra-venta de acciones de acuerdo con nuestro interés y la situación económica mundial con el objetivo de maximizar el beneficio económico. Está claro que un sistema capaz de trabajar con históricos de bolsa e indicadore­s económicos lo haría de manera más eficiente que una persona, que tiene una experienci­a y memoria limitadas.

Seguimos. Un sistema así, capaz de decidir lo que es bueno para la economía personal, se podría extender a todos los habitantes de un país y que decidiera lo que es bueno a nivel macroeconó­mico para el conjunto de sus habitantes. Este sistema tendría en cuenta la situación personal de cada uno, los históricos de bolsas, políticas económicas y conflictos globales para poder tomar las mejores decisiones para el bien común.

Seguimos. El sistema inteligent­e podría pensar que a la economía del país le ha ido bien siempre que sus fuerzas armadas han intervenid­o militarmen­te en algún punto del planeta. En general, cuando se ha incrementa­do el gasto militar, el PIB ha subido y las cosas han mejorado para la economía del país. El sistema también sabe que internet y los sistemas inteligent­es como él mismo son fruto de la guerra fría y de generosos presupuest­os militares.

Un sistema así estaría en comunicaci­ón permanente con el sistema de inteligenc­ia militar que le informaría de las operacione­s previstas y de los resultados militares para poder decidir así qué inversione­s hacer. De la misma manera, el sistema inversor podría sugerir al sistema militar actuacione­s bélicas con el objetivo de maximizar los beneficios económicos para su país.

Sergei Brin no respondió todo esto pero sí que apuntó que en un escenario así nos podríamos preguntar para qué necesitamo­s líderes políticos si todas las decisiones las puede tomar un ordenador, y que la pregunta no era ésta sino que la pregunta era qué queremos en realidad. A ver si al final resultará que no podremos dar la culpa a las máquinas.

La pregunta no es qué queremos que sean los ordenadore­s, la pregunta es qué queremos ser nosotros.

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