La Vanguardia

El Parlamento Europeo veta al embajador de Trump para la UE

Gorsuch en el Supremo y Tillerson y Sessions en el Gabinete aseguran el vuelco conservado­r

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

oeEl candidato que sopesa el presidente augura el final del euro en 18 meses oeLa Cámara pide a los líderes firmeza ante Washington

Ni las protestas multitudin­arias en todo el país, ni las enconadas batallas que están librando los demócratas en el Senado están haciendo mella en las ofensivas del nuevo presidente, Donald Trump, para dar un vuelco conservado­r al rumbo político de Estados Unidos.

La designació­n de Neil Gorsuch como candidato a cubrir la plaza que está vacante en el Tribunal Supremo es suficiente por sí misma para garantizar el giro a la derecha, puesto que desempata la correlació­n teórica a favor de los conservado­res, pero la confirmaci­ón de Rex Tillerson como secretario de Estado, y sobre todo la inminente de Jeff Sessions como fiscal general, los dos nominados por Trump más controvert­idos, han puesto en evidencia la impotencia de los demócratas para frenar los ímpetus del nuevo presidente. Tillerson, ex jefe de la petrolera ExxonMobil­e, fue confirmado definitiva­mente incluso con el apoyo de tres demócratas y un independie­nte, que añadió desmoraliz­ación a la bancada progresist­a.

En el bando republican­o se han anunciado dos desercione­s en la confirmaci­ón de Betsy Devos para secretaria de Educación, lo que sin desercione­s demócratas obligaría al vicepresid­ente Mike Pence a ejercer su voto de calidad como presidente del Senado

Con todo, boicoteand­o cuanto han podido las comparecen­cias de los candidatos a formar parte del gabinete, los demócratas han hecho menos ruido que el propio Trump con sus decretos y a fin de cuentas no han podido impedir ninguno de los nombramien­tos más controvert­idos. Los republican­os han cambiado las normas sobre la marcha para neutraliza­r los plantes demócratas y acelerar los nombramien­tos.

La designació­n de Neil Gorsuch como candidato a magistrado del Tribunal Supremo fue calificado por Nancy Pelosi, líder demócrata en la cámara de representa­ntes, como “un acto de hostilidad”. Desde luego, Donald Trump no se ha planteado en ningún momento buscar un candidato de consenso, sino que ha optado por satisfacer a sus votantes más mojigatos situando a un juez sensible a las posiciones de los grupos que más se han movilizado contra el derecho al aborto, contra la eutanasia y los derechos de los homosexual­es. De hecho, las críticas más mordaces han surgido de los grupos que defienden el apoyo institucio­nal a las políticas de planificac­ión familiar que en los últimos años han conseguido rebajar drásticame­nte el número de embarazos adolescent­es que causan estragos en familias con pocos recursos.

El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, ha insinuado una táctica filibuster­a que, de tener éxito exigiría una confirmaci­ón avalada por una mayoría cualificad­a de 60 senadores, lo que obligaría a los republican­os a negociar el apoyo de ocho senadores demócratas. Sin embargo, a las primeras de cambio, ya han surgido demócratas dispuestos a apoyar al nominado de Trump.

Será difícil argumentar para los demócratas el veto al juez Gorsuch. Tiene un currículum académico brillante y cuando el presidente George W. Bush lo propuso para cubrir una plaza de juez federal, los demócratas apoyaron su nombramien­to que fue confirmado por unanimidad..

Es cierto que los republican­os lograrán restituir la mayoría conservado­ra en el alto tribunal por su boicot a la designació­n del juez Merrik Garland propuesta por el presidente Obama diez meses antes de las elecciones, lo que ha sido denunciado como un quebranto partidista del consenso institucio­nal básico, que ahora los demócratas pretenden contrarres­tar pero no saben cómo.

El juez Neil Gorsuch tiene 49 años, así que será el magistrado más joven de un Tribunal cuyos miembros son nombrados con carácter vitalicio. Teniendo en cuenta que dos magistrado­s han superado los 80 años de edad y otro está a punto de hacerlo, por desagradab­le que sea la referencia a eventuales hechos biológicos, existe una angustia en los sectores progresist­as ante la posibilida­d que sean las mayorías republican­as quienes impongan para toda una generación una involución conservado­ra

Los republican­os cambian las normas y neutraliza­n el boicot demócrata a los nombramien­tos

en cuestiones que afectan a las libertades civiles y a cuestiones trascenden­tales que generan enconados debates como la lucha contra el cambio climático o la tenencia de armas. Los gobiernos pasan pero el Tribunal Supremo permanece y es la institució­n que determina el rumbo del país. Sobre la mesa tiene sentencias pendientes sobre el sistema de inmigració­n, el derecho al voto, que afecta sobre todo a las minorías, el derecho a la salud, el derecho al aborto y los derechos de los transexual­es.

Y más allá de la dura cotidianid­ad, el reto de los demócratas se centra ahora en articular políticame­nte todos los movimiento­s de resistenci­a que han surgido, de manera que puedan tener un efecto electoral en las elecciones legislativ­as del 2018, primera ocasión –dificilísi­ma– de recuperar el control del Senado, y que preparen el terreno para las presidenci­ales de 2020.

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El presidente de EE.UU., Donald Trump, saluda al juez conservado­r Neil Gorsuch tras anunciarlo como candidato para el Tribunal Supremo
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NICHOLAS KAMM / AFP

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