La Vanguardia

El Barça ofrece su mejor cara para imponerse al Atlético (1-2)

El equipo blaugrana da un paso hacia la final gracias a las genialidad­es de Luis Suárez y Messi

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

El Barça de esta temporada se expresó en toda su dimensión en el Calderón. Maravillos­o cuando conectan sus delanteros, capaces de emocionar con goles para ver una y mil veces, y lamentable cuando pierde el norte, deja la brújula en el baúl y se convierte en un mar de dudas, con y sin balón. La primera mitad fue el reflejo del brillo de su vanguardia. La segunda, el ejemplo claro de que ha perdido fútbol a marchas forzadas. Pero, por encima de todo, lo más importante es que el conjunto blaugrana cazó una victoria fundamenta­l que le acerca a su cuarta final de Copa consecutiv­a. Los tantos espectacul­ares de Luis Suárez y Messi deberían servir para eliminar a un irregular Atlético en el Camp Nou, aunque el próximo martes será baja Neymar por sanción. El Barça tuvo a su rival hundido y terminó pidiendo la hora ante el ataque de orgullo de los colchonero­s y sus propias deficienci­as.

Pedía Luis Enrique que su equipo marcara un gol y al descanso el Barça ya llevaba dos. Decía el asturiano que habría rotaciones y cumplió con su palabra, ya que introdujo seis cambios con respecto al esperpento del Villamarín. Un repaso a la alineación generaba dudas allá donde el Barcelona fue un día mágico, el triángulo del centro del campo. Porque Mascherano iba a ejercer de nuevo de pivote y porque Rakitic y Gomes no venían rayando a un nivel excepciona­l. Pero si el Barça llegaba con problemas, también lo hacía el Atlético, perdido entre su clásica hoja de ruta, la del rompe, rasga y la agonía, y un libreto más estético.

Trató de animarse el Manzanares con los escarceos iniciales del Atlético, mientras el Barça miraba de asentarse. El equipo blaugrana sigue pagando el peaje de las muchas imprecisio­nes a la hora de sacar el balón, pero mantuvo la concentrac­ión y subió su intensidad hasta que encontró el mandoble a la mandíbula. Nadie mejor para propinarlo que Luis Suárez. Mascherano recuperó un balón y este llegó a los pies del uruguayo. El delantero se disfrazó de Ronaldo, el brasileño, para levantar la cabeza, tirarse un autopase sensaciona­l, ganarle por zancada a Godín y a Savic y definir con maestría sobre la salida de Moyá. Un señor gol.

No se había llegado ni a los diez minutos y el Barça mandaba. Los de Simeone, tocados, subieron líneas pero más por obligación que por convicción. El Barcelona, pese a sus errores y su falta de finura en las distancias cortas, pudo acudir para achicar pelotas, tarea en la que Piqué y Umtiti se mostraban bien.

No aparecía Griezmann. Tampoco Carrasco. Apenas un poquito de Saúl o alguna subida de Juanfran. Demasiado poco para hacer tambalear la estructura del equipo de Luis Enrique, que se desesperab­a, eso sí,

En la segunda mitad el conjunto colchonero se levantó ante un Barça que perdió el norte El gol del equipo de Simeone no debió subir al marcador porque hubo falta de Koke a Luis Suárez

con la poca sangre de André Gomes, una rémora a la hora de proteger el balón de espaldas. Pese a todo el Barça se dedicaba a estudiar al rival en busca de otro golpe. Una cocción que no tardó en estar servida cuando Cillessen inició una jugada con un servicio en largo hacia Luis Suárez, que combinó con Neymar. El balón llegó a Messi, que se asoció con Rakitic. La pelota volvió al argentino, que se sacó de la bota izquierda un misil tierra-aire cruzado que besó el poste antes de besar las mallas. Otro golazo.

El Atlético estaba grogui, aunque quedaba partido y el encuentro de vuelta. El entreacto lo cambió todo. Simeone apeló al sentimenta­lismo y colocó a Torres, que con un par de carreras despertó al personal. Podía ser un descorche burbujeant­e pero sirvió para que se dibujara otro partido. Ahora sí el Atlético encerró al Barcelona. Lo intentó subsanar Luis Enrique recurriend­o a Denis Suárez pero, sólo salir el gallego, recortó distancias el conjunto rojiblanco en una acción absurda. Falta frontal botada por Gabi hacia Godín, que prolongó de cabeza hacia Griezmann. El francés remachó. Nada de eso debió valer porque Koke hizo falta a Luis Suárez, que no pudo seguir a Godín. Un partido más una decisión arbitral perjudicab­a al Barça de manera flagrante.

Pero más allá del error del colegiado el Barcelona no había sabido dormir el partido ni morder arriba. El Atlético rozó el empate pero Cillessen desvió un remate a bocajarro de Griezmann. Entonces, Messi dijo basta y empezó a jugar un poquito. Botó una falta al larguero después de una excelente mano de Moyá y le dio un gol casi hecho a Neymar, que disparó a las nubes, en su línea de los últimos tiempos. Ahí perdonó mucho el Barça porque el Atlético, ya con Torres, Griezmann y Gameiro en el campo, volvió a la carga con furia.

Entre esas acometidas y el descontrol mayúsculo del Barça (Mascherano, que estaba sólido, también perdió el temple) se le vino la marabunta a los de Luis Enrique. Suerte tuvieron que Fernando Torres marró dos ocasiones claras y Griezmann no hizo diana desde lejos. Cada jugada era un drama para el Barcelona, descosido totalmente. Visto el primer tiempo, el resultado pudo ser mejor. Visto el segundo, los barcelonis­tas pueden dar las gracias.

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 ?? DANI DUCH ?? Rodeado. Lionel Messi intenta una de sus jugadas imposibles mientras recibe la presión de Gabi y Savic. Godín se mantiene a la expectativ­a.
DANI DUCH Rodeado. Lionel Messi intenta una de sus jugadas imposibles mientras recibe la presión de Gabi y Savic. Godín se mantiene a la expectativ­a.

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