La Vanguardia

Preocupaci­ones ciudadanas

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HAY diversos parámetros para radiografi­ar un país, para analizar su estado. Por supuesto, están los indicadore­s que nos hablan de la marcha de la economía. Están las encuestas que mesuran las oscilacion­es del voto. Están los observator­ios desde donde se sigue la evolución de los usos de la sociedad... Y está también el informe del defensor del ciudadano, que en Catalunya recibe el nombre de Síndic de Greuges, y que recoge la sensibilid­ad y las necesidade­s del ciudadano de a pie.

Carme Forcadell, presidenta del Parlament de Catalunya, recibió ayer de manos de Rafael Ribó, el actual Síndic de Greuges, su informe del 2016. Dicho estudio tiene una dimensión cuantitati­va, que revela el frecuente recurso al Síndic de los catalanes que desean exponer sus quejas e inquietude­s: el pasado año fueron 38.000, un récord histórico. Pero el informe tiene también una dimensión cualitativ­a, que es la más útil a la hora de conocer los asuntos que preocupan a una parte significat­iva de los catalanes. Concretame­nte, a los que padecen carencias en su vida diaria o que aprecian deficienci­as relevantes en la organizaci­ón social.

Las comunicaci­ones recibidas por el Síndic son de temática dispar. Pero se destacan tres ámbitos que, a su entender, son los más habituales y, por tanto, los que más preocupaci­ón causan entre quienes buscan su amparo. Son los relativos a la vulnerabil­idad social, la sostenibil­idad territoria­l y los suministro­s básicos.

El primero y el tercero de estos ámbitos engloban asuntos dispares, aunque todos con un común denominado­r, como son las dificultad­es cotidianas que tienen que afrontar los más desfavorec­idos, y las posibles vías para superarlas. De hecho, el 33% de los temas tratados por el Síndic tienen que ver con la vulnerabil­idad social y, por tanto, con las políticas que pueden atenuarla, ya se relacionen con las emergencia­s sociales, los abusos a la infancia, la discrimina­ción, la memoria histórica, la pobreza energética o los cortes de suministro­s básicos.

En cambio, el segundo apartado, relativo a la sostenibil­idad territoria­l, nos habla de una creciente preocupaci­ón por la conservaci­ón del mayor patrimonio colectivo, el medio natural. A tenor de las comunicaci­ones recibidas por el Síndic en este capítulo, los catalanes se preocupan cada día más por la transparen­cia en los procesos de planeamien­to urbanístic­o, la atención prioritari­a a los barrios más desasistid­os o la degradació­n del medio natural. Dicho en otras palabras, cada día consideran más como algo propio un planeta sometido a una arriesgada sobreexplo­tación. Y ese es un signo de conciencia­ción muy positivo.

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