Último adiós a Toresky
Josep Torres, Toresky, resultó decisivo en el desarrollo y arraigo de la radio. Había nacido en 1924 y el EAJ-1 era el distintivo que con honor pasó a ostentar desde entonces Ràdio Barcelona, la primera emisora que lo había conseguido.
Pero no sólo realizó semejante contribución, siempre en la misma antena, sino que logró un grado de popularidad que nadie logró superar hasta la guerra incivil. En la consecución de tal popularidad le ayudó de forma decisiva un personaje que creó; fue tal el acierto, que su formidable y querido Miliu se tornó incluso más legendario que el propio Toresky.
Con una magia y poder de seducción únicos, pudo hacer entrar en la casas y en los sentimientos de los radioyentes a aquel personaje de sólo ocho años, tan simpático como travieso, y en cuya boca le fue puesto un vocabulario y una peculiar forma de habla que hizo fortuna.
Una prueba de su influencia magnética, pues no en balde trabajaba con ondas, fue que en un solo año la simpática pareja consiguió recaudar en una campaña más de dos millones y medio de pesetas y más de 150.000 mantas, que necesitaron siete camiones para poder ser transportadas al urgente destino caritativo.
Ante la guerra, siguieron ambos en la brecha. Y un día, un mal día de la embocadura de 1937 Miliu se atrevió a preguntar sin ingenuidad: “Señor Toresky, per què posen reixes a les presons?” Y este no se mordió la lengua al dar como réplica: “Perquè no hi entrin els lladres”.
La reacción fue inmediata: fue perseguido y encarcelado. El enorme disgusto, doblado de miedo, aceleró su muerte.
Fue enterrado en la mañana del 11 de mayo. Y entonces se puso de manifiesto el grado de popularidad y lo muy querido que era. Hay que tener en cuenta que era en plena guerra y que había caído en desgracia en las esferas del poder. De ahí que la presencia en aquel acto no dejaba de ser un compromiso en unos tiempos peligrosos en extremo.
No fue una sorpresa que el entierro fuera multitudinario, pues antes ya había sucedido que, al ser expuesto el día anterior por disposición del concejal del distrito el cadáver en lo que había sido la sede del Ajuntament de la villa, el desfile de ciudadanos fue incesante y denso.
Pese a ello tuvo efecto un masivo acto de estima, tal como recoge la fotografía. Fue altamente significativo que un determinado perfil de autoridades asistiera al acto o enviara un representante cualificado, como fue el caso del alcalde o del comisario Frederic Escofet. Había una corona monumental enviada por la Generalitat de Catalunya.
Los dirigentes de todas las emisoras estaban presentes, así como nombres muy destacados del mundo artístico y literario.
En un lugar destacado, no pasaba inadvertida la figura de su travieso Miliu.
La asistencia en 1937 a su entierro fue un acto de valentía y mostraba su popularidad