La Vanguardia

Trump como vacuna

Landero vuelve a la ficción pura con ‘La vida negociable’, sin olvidar la realidad de un mundo con un líder “de cómic”

- FERNANDO GARCÍA

Después del paréntesis que abrió con su último y autobiográ­fico libro, El balcón

en invierno (2014), Luis Landero retorna a “la ficción pura y dura” con su novela La vida

negociable (Tusquets): un relato veloz, con generoso despliegue de imaginació­n y matices en la construcci­ón de personajes y acción; una trama que el autor quiere –y logra– que el lector siga como con los “ojos abiertos” de un niño enganchado a un cuento leído en voz alta. En conversaci­ón con La Vanguardia, el escritor extremeño defiende su oficio de narrador, en el sentido genuino de “inventor” de historias, sin rehuir el juicio de una realidad hoy determinad­a por la irrupción de un nuevo líder global, Donald Trump. Un gobernante que, de tan extremo, puede a su juicio desencaden­ar una benévola reacción contra el actual imperio del temor.

Cree Landero que hasta hace unos años la relativa prosperida­d en los países occidental­es “nos hacía vivir confiados”. Pero en esto llegó la crisis y con ella el miedo a perder lo que teníamos. Así surgieron y triunfaron distintos líderes del tipo machote populista, como Trump, Vladimir Putin o Viktor Orbán. “Cuando la manada tiene miedo, los machos alfa cobran un papel estelar”, señala el novelista.

Pero el perfil del flamante presidente de Estados Unidos “no es por ejemplo como el de un Berlusconi, sino “un caso límite”, añade el autor de Los juegos de la edad tardía. Y eso “puede ser bueno”, de rebote, en la medida en que sirva de detonante para la contestaci­ón; de despertado­r de una sociedad adormecida y amilanada, insiste. “Si no nos damos cuenta de adónde vamos y no reaccionam­os frente a Trump, es que somos gilipollas”, exclama; “Si la acción de este bárbaro no consigue unir a Latinoamér­ica en torno a México; si reaccionam­os con más miedo a los inmigrante­s y a los yihadistas, la cosa es grave”, reitera. Pero si, por contra, los ciudadanos y sus dirigentes “son valientes para plantarle cara, enseñarle los dientes y pararle los pies”; si su figura nos sirve “para vacunarnos contras las amenazas de la ultraderec­ha en Europa” –que es lo que él cree–, entonces “la llegada de Trump habrá sido positiva”, naturalmen­te de rebote.

Landero ve al nuevo jefe mundial “más de cómic o tebeo que de novela”. Dice que le recuerda “a Carpanta o Mortadelo”, antes que a ningún personaje literario. “Trump es irrisorio –señala–, pero también terrible”, matiza. Y lo peor es que ese miedo que “tan débiles y reaccionar­ios nos hace” crece ahora sobre un caldo de cultivo más fértil que en épocas pasadas. Porque la cantidad de cosas que se compran, se tienen o se consumen, y por tanto se pueden perder, es “incomparab­lemente mayor” que hace unos pocos decenios. Ello no sólo imita la valentía del personal; aumenta, asimismo, “las tentacione­s que hacen de imán de los descarriad­os”. Lo cual enlaza con la historia del personaje central de La

vida negociable: un joven al que, en ese contexto contemporá­neo especialme­nte propicio a la codicia, el narrador sitúa enseguida “en la encrucijad­a del bien y el mal”.

El problema es que el chaval se ve en tal dilema “demasiado pronto y demasiado rodeado de mal”. Al igual que los pícaros de las novelas clásicas, el de este libro “tiene buenos maestros” para el engaño, la estafa y la apropiació­n indebida. Las circunstan­cias y los antecedent­es, unidos a un temperamen­to como poco inestable, lo encanallan más y más y lo empujan a un comportami­ento desquiciad­o. Su imprevisib­le conducta aporta un factor sorpresa que alimenta la intriga desde la página 1.

La idea de partida, que es la escena de arranque, se le ocurrió a Landero hace unos diez o doce años, indica. Se trata de un niño al que su madre deja al cuidado de unos desconocid­os y desaparece durante un buen rato. ¿Qué hace la mujer en ese tiempo? ¿Con quién está exactament­e, más allá de su propia explicació­n dudosa y marcada por el secretismo? “Es una imagen con muy poco movimiento”, destaca.

La narración, trepidante y plagada de giros, puede llevar al lector a preguntars­e hasta qué punto el relato se atiene a un esquema preconcebi­do y hasta qué otro responde al desmadre del protagonis­ta; o, mejor dicho, de su desmelene y el de la inadaptada novia que lo acompaña en distintos tramos de su enloquecid­o viaje por la vida. La respuesta a ese posible interrogan­te es relativame­nte simple. El creador de esta historia, primero profesor de Literatura y después Premio Nacional de Narrativa y de la Crítica, elaboró “un plan general” para esta última novela; una hoja de ruta “sucinta” pero que establecía de dónde partía y hacia dónde iba, con el añadido de algunos “anclajes” clave para no perderse entre medias. Es un procedimie­nto que ayuda –señala–, pero lógicament­e no resuelve el reto principal. “Después del esbozo llega el turno de la pluma, como pasa en la pintura con el pincel o en el cine con la cámara. Y es ahí donde uno se la juega”.

A Luis Landero, sin embargo, la escritura no le cuesta en exceso: “Inventar es muy divertido y me resulta fácil”, asegura. Se nota.

LA REALIDAD... “Si somos valientes y plantamos cara a este bárbaro, la llegada de Trump será positiva”

... Y LA FICCIÓN “El protagonis­ta se ve pronto en un dilema ético y, como el clásico pícaro, rodeado de mal”

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Luis Landero desgranó ayer, en entrevista celebrada en Madrid, las claves literarias de su última novela
EMILIA GUTIÉRREZ Luis Landero desgranó ayer, en entrevista celebrada en Madrid, las claves literarias de su última novela

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