El Chapo se queja al juez de la dureza de su confinamiento en Nueva York
El narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán Loera, más conocido como el Chapo o Chapo Guzmán, se quejó ayer ante un tribunal federal del distrito neoyorquino de Brooklyn de la supuesta dureza de su confinamiento en el centro correccional metropolitano de Manhattan, donde permanece encarcelado desde su extradición a Estados Unidos el pasado 19 de enero.
En su segunda comparecencia ante el tribunal federal –la primera se produjo al día siguiente de su llegada a Estados Unidos, en la que se declaró no culpable de los 17 cargos de que le acusa la fiscalía–, los abogados del Chapo dijeron que el famoso narcotraficante vive encerrado durante 23 horas al día. Según su defensa, sólo se le permite “una hora de ejercicio solitario”. “No se le autoriza ni a beber un vaso de agua”, dijeron los letrados del mexicano en un intento de conseguir algo de indulgencia del tribunal. Pidieron también al juez que permitiera algunas visitas, ya que hasta el momento sólo está autorizado a hablar con los letrados que le representan. Solicitaron específicamente que se autorizara a su esposa, Emma Coronel, y a su abogada mexicana, Silvia Delgado, a cumplir un régimen de visitas. Ambas mujeres estuvieron presentes en la sala judicial mientras la defensa del Chapo exponía al tribunal toda esta serie de peticiones. Hubo más.
En la línea de los supuestos agravios que vive este capo de la droga de implacable comportamiento mientras estuvo libre en la guerra de traficantes que padece México, los abogados esgrimieron también cuestiones previas de carácter técnico encaminadas a poner en tela de juicio el proceso de extradición. Los abogados llegaron al punto de cuestionar la propia documentación de la transferencia del preso desde su país a Estados Unidos.
No pasó inadvertido para la fiscalía que al Chapo estuvieran representándolo abogados de oficio cuando, le recalcó al tribunal el representante del ministerio público, una persona como Guzmán Loera puede costearse un abogado privado y no necesita uno a cargo del presupuesto público. Este comportamiento no es del todo infrecuente entre los capos de la droga que, para evitar que las autoridades detecten sus depósitos de dinero, evitan contratar letrados particulares, al menos no de una forma visible.
El Chapo se encuentra en el centro correccional metropolitano de Manhattan porque se le considera un preso relevante y de alto riesgo –se ha fugado en dos ocasiones de prisiones de máxima seguridad mexicanas– donde comparte instalaciones con otros 800 internos, aunque no todos en régimen de aislamiento como él.