Tiempo de espera
JOSEP Pla dice en Darrers escrits que una de las situaciones más desagradables es tener que esperar, ya sea a una persona desconocida que no sabemos lo que quiere o el diario que nos trae una mala noticia. De todas formas, se podría discutir si es peor la tensión por la espera o por la angustia cuando llega lo irreversible. Hoy, Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau se sientan en el banco de los acusados por poner las urnas el 9-N del 2014. La larga espera ha sido desagradable para los inculpados, y cuando empieza el juicio el momento resulta realmente preocupante por el empeoramiento del ambiente político.
Este diario ha advertido repetidamente del error de traspasar a los tribunales asuntos que deberían solucionar los gobernantes. El juicio que esta mañana empieza en el Palau de Justícia tiene como antecedentes que ni fiscales ni jueces instaron la suspensión de la jornada y, cuando el Gobierno de España ordenó a la Fiscalía General del Estado que interviniera, los fiscales del TSJC dictaminaron que no apreciaban delito. Y no sólo eso, el fiscal general Eduardo Torres-Dulce presentó su dimisión por sus desacuerdos con el Ejecutivo.
Ciertamente, el Govern de Mas puso las urnas de cartón para la consulta del 9-N con la tolerancia del Gobierno de Rajoy, aunque con la indicación explícita de que fueran la ANC y Òmnium quienes la llevaran a cabo, mientras el Ejecutivo catalán se mantenía al margen. Mas, con la prensa internacional en Barcelona, no resistió aquella noche la tentación de asumir el protagonismo, lo que desencadenó la indignación del Gobierno de España y la activación de los tribunales.
Decenas de miles de personas saldrán hoy a la calle para apoyar a Mas, Ortega y Rigau por considerar que no hicieron nada ilegal. El clima político se tensa, cuando más debería calmarse para apurar las posibilidades de diálogo y encontrar una salida al contencioso catalán. Ojalá la justicia aporte el sosiego que no acaba de traer la política.