Todos a la cárcel
Ankara relaciona en la macrooperación los atentados y el golpe de Estado
La policía turca despliega una macrooperación coordinada en 18 provincias en la que al menos 448 personas son detenidas por presuntos vínculos con el Estado Islámico.
Las fuerzas de seguridad esperaron semanas hasta tener clara la organización del ataque al club Reina
El año 2017 no empezó bien para las fuerzas de seguridad turcas: una masacre el primer día del año, reivindicada por el Estado Islámico (EI), costó la vida a 39 personas –29 extranjeros– en un club nocturno de Estambul, el Reina. Ayer, de madrugada, la policía turca se desquitó en una macrooperación bien coordinada en 18 provincias turcas. Al menos 448 personas fueron arrestadas por presuntos vínculos con el EI.
La mayor parte de los detenidos son extranjeros y sobre todo sirios. En Sanliurfa, provincia fronteriza con Siria, hasta 150 personas de nacionalidad siria fueron arrestadas.
Se suman a las casi 800 personas –350 extranjeras– que permanecen en las cárceles turcas por presuntos vínculos con el grupo yihadista. A los sospechosos, según la agencia semioficial Anadolu, se les acusa de haber estado preparando atentados en suelo turco. Ankara, en todo caso, ya estaba sobre aviso: hasta 23 atentados suicidas se abortaron el 2016, según hizo público el ministro del Interior, Süleyman Soylu.
Las fuerzas de seguridad turcas –conscientes del peligro yihadista– han esperado semanas hasta tener clara la jerarquía organizativa detrás del atentado del Reina y otros, en tentativa o ya llevados a cabo. Ayer hicieron público haber detenido a sospechosos de ser figuras clave del EI. Sólo en Estambul hubo detenciones en siete barrios. Ankara, la capital, fue también centro de operaciones con al menos 60 detenidos.
Pero no sólo las dos principales ciudades resultaron afectadas. En Bursa, cuarta ciudad en número de habitantes de Turquía y potente centro industrial, se detuvo a 46. Y al menos 75 fueron arrestadas en la provincia de Konya, en el centro de Anatolia. Y 25 sospechosos en la provincia de Adana, sur de Turquía, donde se encuentra la base militar estadounidense de Incirlik, y en la que, según la prensa progubernamental, se habría preparado el fallido golpe de Estado de julio.
La asociación del EI con la intentona no es baladí: las autoridades turcas están convencidas de que los atentados del EI obedecen al mismo intento de desestabilización del país que la fallida asonada. Detrás de todo ello –sumando asimismo los atentados sangrientos de la organización armada Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)– se hallaría lo que en círculos progubernamentales se conoce como “üst akil” (mente superior).
En la misma línea estaría el ase- sinato del embajador ruso en Ankara, Andrei Karlov, el pasado diciembre. Los correos electrónicos del homicida, un policía turco, fueron borrados dos horas y media después del atentado, señala la prensa gubernamental.
Teniendo en cuenta lo anterior, no es sorprendente que en la macrooperación de ayer fueran detenidas 17 personas –siete militares de alta graduación–, que, según la fiscalía, tendrían tanto vínculos con el EI como con la organización detrás de la intentona, el movimiento liderado por el clérigo musulmán Fethullah Gülen, exiliado en EE.UU.