La Vanguardia

Liberalism­o reformista

La dirección de C’s arrincona a las voces críticas y tendrá el control del partido

- IÑAKI ELLAKURÍA

El líder de C’s, Albert Rivera, se proclama el representa­nte de la “clase media trabajador­a” y de aquellas personas que el proceso de globalizac­ión “ha dejado caer”.

En el día uno del nuevo Ciudadanos, bautizado como liberal, ya sin la “mochila” socialdemó­crata sobre su espalda y con la satisfacci­ón de haber diseñado en la IV asamblea general un partido a su medida, Albert Rivera se autoprocla­mó ayer el representa­nte de la “clase media trabajador­a” y de aquellas personas que el proceso de globalizac­ión “ha dejado caer”.

En su discurso de cierre del congreso después de haberse hecho con el control absoluto de los órganos de gobiernos de C’s, en los que ese 25% del sector crítico no tendrá voz ni voto, Rivera defendió el nuevo rumbo que toma el partido como heredero de los valores de igualdad de la Constituci­ón de Cádiz. “Los liberales de 1812 han vuelto”, proclamó.

Consciente de que, pese al mensaje y la puesta en escena triunfalis­ta del congreso naranja, la refundació­n de C’s, especialme­nte la renuncia al viejo ideario, deja a una parte de la militancia sumida en un sentimient­o de orfandad, Rivera presentó tanto la socialdemo­cracia como el conservadu­rismo como fórmulas obsoletas. Ideologías incapaces de frenar el auge del populismo y el nacionalis­mo en Europa. “En el siglo XX los partidos socialdemó­cratas y conservado­res hicieron grandes cosas para Europa, pero en el siglo XXI están en crisis y es el liberalism­o el que tiene que dar respuesta”, señaló.

Ahondó Rivera en su justificac­ión de la renuncia a la socialdemo­crácia, “una evolución, pero sin olvidar nunca nuestros orígenes”, subrayando el hecho de que la “igualdad sin libertad es inaguantab­le”. Y puso en cambio como ejemplos de ese “centro político”

Rivera se postula como el candidato de las “clases medias” y se plantea llegar al gobierno en el 2019

de vocación mayoritari­a que confía liderar los proyectos de Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar.

En un acto de clausura al que asistieron entre otros Guy Verhofstad, líder de los liberales europeos; Pablo Casado y Fernando Martínez Maíllo, del PP, y Ricardo Cortés, del PSOE, Rivera fijó como objetivo para esta nueva etapa de C’s entrar a partir del 2019 en el gobierno de España. Lo que a su entender obliga al resto de los dirigentes de C’s a permanecer en la oposición en todos los gobiernos municipale­s y autonómico­s durante estos dos años para evitar cualquier polémica o desgaste.

La renuncia al ideario original, que reivindica­ba la influencia del “socialismo democrátic­o”, toda la refundació­n del partido para empezar a construir un espacio “de centro liberal y progresist­a”, coloca a los dirigentes catalanes ante la difícil tesitura de conservar los miles de votos que el 27-S tiñeron el cinturón rojo de Barcelona en naranja, decisivos para que Inés Arrimadas alcanzara 25 diputados.

“Ahora resulta que somos liberales, yo no empecé en C’s hace diez años para esto, quizá el nuevo afiliado de Valladolid o Gijón no le importe el cambio, pero en Catalunya nos hace mucho daño”, explicaba ayer a este diario un veterano dirigente de C’s, señalando una de las causas de esta crisis de crecimient­o que sufre el partido: las diferencia­s ideológica­s y políticas que separan a la vieja guardia catalana del resto de la militancia.

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DANI DUCH La dirección de Ciudadanos en el cierre del congreso del partido

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