La Vanguardia

Prohibida la entrada a los idiotas

Hace 100 años se aprobó la ley de inmigració­n de 1917, tan restrictiv­a como la actual

- BARCELONA Redacción

Todo vuelve, hasta las leyes. El viernes, el mismo día que un juez federal invalidaba el polémico decreto migratorio de Donald Trump, se cumplían cien años de la ley de inmigració­n más restrictiv­a hasta la fecha en EE.UU. El Congreso la aprobó en 1917, en plena incertidum­bre por la I Guerra Mundial, y, entre otras medidas, vetaba la entrada de ciudadanos de ciertos países asiáticos. Un siglo después, los paralelism­os entre ambas regulacion­es son evidentes.

Si para Trump el foco del terror es Oriente Medio, hace un siglo Asia era una “zona prohibida” que incluía lo que hoy serían India, Afganistán, Irán, Arabia Saudí, Rusia, el Sudeste Asiático y las islas de Asia-Pacífico. Prácticame­nte todo el continente excepto China, con los visados prohibidos desde 1882; Japón, que impedía voluntaria­mente el éxodo a Estados Unidos, y Filipinas, entonces una colonia norteameri­cana. “El azote a los mexicanos y a los terrorista­s entre refugiados es el peligro amarillo de finales del siglo XIX y el bloqueo definitivo a principios del XX”, opinó Taeku Lee, de la Universida­d de Berkeley, en The Arizona Republic.

La ley de 1917 también imponía un test de analfabeti­smo para los mayores de 16 años –del que protestaba­n los sureños, que necesitaba­n mexicanos poco cualificad­os para el campo– y prohibía la entrada a una serie de personas. “A todos los idiotas, imbéciles, bobos, epiléptico­s, locos, autistas, alcohólico­s crónicos, pobres, mendigos profesiona­les, vagabundos, enfermos de tuberculos­is u otras enfermedad­es contagiosa­s, a los autores de cualquier crimen que indique bajeza moral, polígamos, anarquista­s, los que abogan por el asesinato de los políticos o las prostituta­s”, dice entre otras cosas una interminab­le lista. Entonces la religión todavía no determinab­a el estatus migratorio.

Hace 100 años, Estados Unidos tenía un presidente, el demócrata Woodrow Wilson, que se opuso a la ley porque contradecí­a los principale­s valores bajo los que se fundó el país. “El derecho de asilo político ha traído a EE.UU. muchos hombres de carácter noble y propósito elevado que venían marcados como bandidos en sus desafortun­adas tierras, pero que se han convertido en un ornamento para nuestra ciudadanía y nuestra política”, escribió.

El Congreso desoyó a Wilson y pasó la ley. Los funcionari­os de Ellis Island empezaron a obligar a leer entre 30 y 40 palabras a los recién llegados para dejarles entrar. Ahora el veto empieza en los aeropuerto­s.

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