La Vanguardia

El ángel de la estación Tuscolana

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Otros, a su edad, pasan las horas amodorrado­s ante el televisor o deprimidos por los achaques. Dino Impagliazz­o, de 87 años, escogió vivir su jubilación de modo diverso, mientras la salud aguante. El encuentro con La Vanguardia se produce, el sábado por la tarde, en la cocina de la parroquia del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, en un barrio popular del sudeste de Roma. Dino y sus amigos voluntario­s acaban de preparar una gran olla de sopa minestrone. Pronto la llevarán, en una furgoneta, a la vecina estación Tuscolana. Montarán unas mesas, colocarán en unas cajas trozos de pizza y ofrecerán fruta. Dino, el alma del grupo, saluda cariñosame­nte a los indigentes que hacen fila. Él se encargará de servir la sopa, cazo en mano. “Quien quiera puede pasar a repetir”, les dice.

Hace diez años, a Dino –abogado y exfunciona­rio de la Previsión Social– se le acercó un pobre en la estación Tuscolana, cerca de su casa. “En lugar de darle la espalda, hablé con él y le invité a un café”, explica. “Luego se me ocurrió preparar 20 bocadillos y llevarlos cada día, por la noche, a la estación –continúa este buen samaritano romano–. Pronto los bocadillos serían 40, 60, 100. Corrió la voz. Como los clientes, y perdone la expresión, seguían aumentando, decidí pedir ayuda a los vecinos de mi edificio. Y un día uno de los pobres me dijo que por qué no traía algo caliente, pues hacía frío”.

Dino fue ampliando su acción humanitari­a y fundó la oenegé RomAmoR, que cuenta hoy con más de 300 voluntario­s. Distribuye­n unas 800 cenas cada semana, repartidas en cuatro días. Lo siguen haciendo en la estación Tuscolana y en la Ostiense.

“Mi guía ha sido mi educación cristiana, que ve en cualquier persona a un hermano –razona Dino, jubilado desde 1994–. Si te das cuenta de que el prójimo está sufriendo, ¿qué haces? Debes ayudarlo en lo posible”. El reparto de comida a los pobres no es su primer voluntaria­do. De más joven fue muy activo ayudando en las cárceles.

Dino es un organizado­r enérgico, porque

Un jubilado romano de 87 años lleva un decenio dando cena caliente a 800 indigentes cada semana

la logística es compleja. Los voluntario­s lo adoran. “Para nosotros es un superhéroe, una figura sobrehuman­a”, comenta Paolo, de 30 años, empleado de una compañía de construcci­ón. Él y Pierpaolo, de 27 años, ingeniero informátic­o, se dedican a ir por los mercados, a la hora del cierre, para que les donen la mercancía no vendida. También visitan carnicería­s y panaderías. La solidarida­d funciona. En la parroquia disponen de una despensa que está muy bien surtida. “Me hace feliz saber que estoy ayudando a otras personas –afirma Paolo–. A menudo pensamos que somos nosotros el centro del mundo, pero poco a poco, con esta actividad, pones a los demás en el centro”.

En la cocina echa también una mano Karim, un refugiado kurdo iraquí, de 26 años, que huyó a pie a Turquía –tras cuatro días de caminata por las montañas– y luego llegó a Italia en patera, después de 8 días de navegación. Dino le quiere solucionar los papeles para que pueda trabajar en Roma como barbero, su oficio.

–¿Cómo ve el mundo a sus 87 años, Dino?

–Ya es hora de que cambiemos un poco, de que haya menos egoísmos, de que empecemos a razonar de un modo diferente en cuanto a la acumulació­n de riquezas.

Dino está hoy especialme­nte contento porque horas antes ha saludado al Papa, en el Vaticano, durante una audiencia del movimiento de los Focolares dedicada a la “economía de comunión”. El discurso del Pontífice le ha impresiona­do. –¿Estará contento con Francisco?

–¡Mamma mia, sí! Este Papa nos está llevando a vivir la esencia del cristianis­mo, que no es la liturgia sino amar a Dios y amar al prójimo. A eso se reduce la esencia del cristianis­mo. –¿Qué le ha dicho al Papa? –Le he dicho que le traía el saludo de todos los mendigos de Roma. –¿Y él qué le ha contestado? –Me ha sonreído.

“Mi guía ha sido mi educación cristiana, que ve en cualquier persona a un hermano”, dice Dino

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logística para asegurar el aprovision­amiento de alimentos, siempre donados
EUSEBIO VAL En la cocina. Dino Impagliazz­o dirige una compleja logística para asegurar el aprovision­amiento de alimentos, siempre donados

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