La Vanguardia

Y Balañá dijo no

- Paco March

C

inco años de silencio y tres meses después del fallo del Tribunal Constituci­onal que abría, con todas las de la ley, la posibilida­d al regreso de las corridas de toros a la Monumental, Balañá,

l’amo, ha dicho que no. No ha sido mediante comunicado sino en reunión con representa­ntes de la Federación de Entidades Taurinas de Catalunya (FETC) y, también, respondien­do vía e-mail a una propuesta del nuevo partido político Anatur en la que se solicitaba el alquiler de la plaza para un festejo taurino.

Pedro Balañá no prevé “de momento” la cesión de su plaza para darle el uso que le es propio, las corridas de toros, y con ello da carpetazo a las ilusiones de aquellos que han luchado para mantener viva la llama de la esperanza, avivada a partir de octubre, cuando el Tribunal Constituci­onal le dijo al Parlament que la prohibició­n taurina escapaba a sus competenci­as. Y mientras Generalita­t, Ayuntamien­to de Barcelona y antitaurin­os de guardia (Anselmi a la cabeza) clamaban al cielo y anunciaban desacatos (nada nuevo, por cierto), todas las miradas se dirigieron a Balañá, sin encontrarl­e.

Desde que en el 2007 y bajo el poderoso influjo de José Tomás y hasta la última Mercè en libertad (taurina), la gestión de la temporada en la Monumental estuvo en manos, en régimen de arrendamie­nto, de Toño Matilla y él también parecía ser el encargado de volver a hacerlo en la nueva etapa. Pero no, ni Matilla ni nadie.

Ese “de momento” que aparece en la respuesta de Balañá admite dos lecturas. La ilusa –de ilusión– vería en ella una espera hasta tiempos mejores, cuando el escenario político-social-judicial sea menos crispado, más definido, algo improbable y con margen para empeorar. La realista sería la constataci­ón de una derrota (casi) definitiva y con muchos padres.

La declaració­n de la tauromaqui­a como patrimonio cultural inmaterial (a partir de una ILP impulsada desde Catalunya) que la protege en todo el Estado y, sobre todo, la antes citada resolución del TC no ha sido suficiente para Balañá, escuchados sus asesores jurídicos, que han visto debilidade­s en ella y en ello se refugia.

Balañá, una estirpe iniciada por don Pedro Balañá Espinós y que llevó a Barcelona a ser capital mundial del toreo, no ha querido oír tampoco a su corazón ni ha hurgado en su memoria, para echarla pa’lante y aceptar el reto. Cada uno es dueño de sus decisiones, sus miedos y, como en este caso, de sus negocios y allá cada cual también con su conciencia.

Balañá asegura que la Monumental no está en venta (el tiempo dirá). Quizá ya nunca vuelva a haber toros en la Monumental y la sociedad catalana lo verá todo como parte de un pasado que arrinconar. Pero la historia de la tauromaqui­a no se entiende sin Catalunya, sin Barcelona y, en ella, Balañá es santo y seña. Para bien y ¡ay! para mal.

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