La Vanguardia

Antonio Iturbe

‘A cielo abierto’ sigue las aventuras de tres pioneros de la aviación francesa

- JOSEP MASSOT Barcelona

El periodista y escritor (49) ha ganado el premio Biblioteca Breve con A cielo abierto, una historia épica de los primeros años de la aviación civil francesa protagoniz­ada por el autor de El principito, Antoine de SaintExupé­ry.

Antoine de Saint-Exupéry cuando trabajaba como contable dibujaba obsesivo en las páginas de los albaranes un personaje pequeño, de pelo rizado y una capa. Antonio Iturbe, desde que a los once años leyó El Principito, ha devorado los libros y biografías sobre el escritor aviador que han ido saliendo. Todo ello lo ha volcado en A cielo abierto, la novela ganadora del premio Biblioteca Breve de Seix Barral, que saldrá a la venta el 7 de marzo.

La novela, según los que la han leído –Fernando Aramburu, Pere Gimferrer–, está escrita con la fiebre de la velocidad que se desató cuando en los años veinte irrumpiero­n los autos rápidos, los aviones y las noches vertiginos­as de hombres y mujeres con prisas por vivir intensamen­te cuando acababan de salir de una guerra y no querían ver que se encaminaba­n a otra aún peor. Iturbe dice que “empieza en 1923, cuando Saint-Exupéry es un joven alférez que cumple el servicio militar y un domingo de aburrimien­to sube a su avión y cruza el cielo de París. Se siente en la cima del mundo. Está enamorado de una hermosísim­a aristócrat­a, la vida es un juego... y tiene un accidente. A partir de ahí, todo cambia para él”.

La chica es la escritora y salonnière Louise de Valmorin, la Geneviève de Courrier Sud. Y el drama, que la familia de ella le pide que elija. Si quiere casarse, ha de dejar la aviación. Louise –son famosas sus palabras: “Del amor sólo me gustan sus comienzos”– se casaría con un millonario norteameri­cano y después rompería el corazón a Cocteau y Malraux. Con Cocteau Saint-Exupéry compartirí­a otra mujer, la princesa rusa Natalie Paley.

Iturbe dice que en la construcci­ón de la novela ha intentado mantener un equilibrio entre la parte histórica del personaje (los ladrillos) y la línea narrativa de ficción (la argamasa). A cielo abierto es también –dijo– una novela de tres personajes. Antoine de Saint-Exupéry y otros dos pilotos, hoy héroes franceses, Henri Guillaumet y Jean Mermoz, este último tan obsesivo como Exupéry, capaz de la indigencia y de dormir en las calles para cumplir su deseo de volar, pero a diferencia del escritor, un hombre arrollador, extroverti­do, mujeriego, resistente bebedor, dispuesto siempre a utilizar los puños, amante del riesgo...

Los tres pilotos se enrolan en la compañía aérea que después se llamaría Aéropostal y la novela se vuelve vertiginos­a como un cuadro futurista de Boccioni, con escenarios en Palmira, Dakar, Cabo Juby, Buenos Aires, Río de Janeiro, Barcelona, Casablanca, Nueva York, Túnez, Cerdeña... Cuando el autor contaba que en los Andes los pilotos tenían que volar a 7.000 metros de altura con aviones sólo capacitado­s para hacerlo a poco más de 4.000, atravesand­o terribles pasos angostos entre montañas heladas, a los periodista­s se les aparecían los rostros de Clark Gable o Gary Cooper a bordo de los cacharros de hélice de los años treinta, azotados en sus carlingas por un viento furioso.

Iturbe no ha escrito la novela de un héroe. “En todo caso –dice–, es un héroe con muchas fisuras, desordenad­o, infiel, mujeriego derrochado­r, inconstant­e”. Y al final, el retrato que se dibujará al lector al leer sus páginas estará atravesado, comenta el autor, de una épica moral. ¿Cuál? Iturbe pone un ejemplo. “Cuando yo era niño me llamaba la atención que en las luces que adornaban el árbol de Navidad, si se fundía una sola de las muchas pequeñas bombillas de la malla, se apagaban todas. Cuando Exupéry volaba con su avión de noche y, mirando a la tierra, veía allá abajo encenderse una pequeña luz, pensaba que la humanidad no se había hundido aún en la oscuridad”. Esa metáfora le valdría para su polémica y muy discutida aceptación del gobierno títere de los nazis, el del régimen de Vichy. Según Iturbe, el escritor decía: “¿Qué ganamos enviando a la desarmada juventud francesa, derrotado ya el ejército, a luchar contra la arquitectu­ra inmensa de los tanques alemanes?”. Y cuando le respondían: “¡El honor de Francia!”, él replicaba: “Una sola vida, la vida de cada uno vale por todo un imperio”.

Lo que no cuenta Iturbe es cómo resuelve la muerte de Saint-Exupéry, que aún hoy sigue siendo objeto de todas las leyendas. ¿Avería? ¿Derribado por un avión enemigo? ¿Accidente? ¿Suicidio? El cuerpo del aviador no fue encontrado jamás. Se sabe que el 31 de julio de 1944 salió parea cumplir una misión y que ya no volvió. Volaba en un avión de reconocimi­ento. Sin armas. “Un gorrión –dice Iturbe– entre halcones”.

TRES PIONEROS Saint-Exupéry, Jean Mermoz y Henri Guillaumet son hoy héroes franceses

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 ?? INMA SAINZ DE BARANDA ?? Antonio Iturbe, ganador del Biblioteca Breve, ayer en el Museu Marítim de Barcelona, observado por su editora, Elena Ramírez
INMA SAINZ DE BARANDA Antonio Iturbe, ganador del Biblioteca Breve, ayer en el Museu Marítim de Barcelona, observado por su editora, Elena Ramírez
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HULTON ARCHIVE / GETTY Antoine de Saint-Exupéry

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