La Vanguardia

El regreso de Artur Mas

- Enric Juliana

Artur Mas ha regresado al centro de la política catalana. Este es uno de los datos principale­s de la jornada de ayer. Si la CUP no hubiese exigido su cabeza entre septiembre y diciembre del 2015, y sus asesores más cercanos no le hubiesen aconsejado dar un paso atrás por miedo a la repetición de las elecciones, Mas quizá se habría sentado en el banquillo en calidad de presidente de la Generalita­t. Y todo sería distinto.

Todo sería ahora muy diferente si en aquellos primeros y nerviosos días de enero del 2016 Mas no hubiera hecho caso a su círculo de confianza y hubiese firmado el decreto de disolución del Parlament y convocator­ia de nuevas elecciones, que prácticame­nte ya tenía redactado.

¿Fue bien aconsejado? Esa pregunta no tiene fácil respuesta. La repetición electoral habría inyectado una apreciable dosis de verdad en la vida política catalana. Hubo miedo a una competició­n descarnada entre las fuerzas e intereses realmente existentes después del ilusionism­o de Junts pel Sí. Primó el miedo a un Parlament sin mayoría soberanist­a clara. Prevaleció el temor a que los

comunes se apoderasen del eje de la balanza, gracias a la fuerte propulsión que en aquel momento tenía Podemos. Ganó el miedo y eso no acostumbra a ser bueno.

Un año antes, Mas probableme­nte había cometido otro error al no convocar elecciones inmediatam­ente después del 9-N (2014), en un clima de gran euforia soberanist­a. En aquella ocasión, sus asesores creyeron que ese clima se mantendría y podría aumentar en los meses siguientes, minusvalor­ando los efectos electorale­s del descontent­o social. Las elecciones municipale­s de mayo del 2015 fueron un gran toque de atención. La victoria de Ada Colau en Barcelona alteraba en gran manera el paisaje político catalán. Mas y su entorno no supieron detectar el fenómeno a tiempo y Barcelona se les escapó de las manos. Una pérdida fundamenta­l. Un año después, en enero del 2016, tuvieron miedo.

Es pertinente recordar esos datos para entender mejor el lenguaje corporal de Artur Mas ayer en Barcelona. Tiene ganas de reivindica­rse. Tiene ganas de volver. Quisiera corregir los malos consejos. Pero su margen es muy escaso. Podría intentarlo, sin embargo. Podría encabezar la candidatur­a de su partido, si los acontecimi­entos catalanes sufren una gran aceleració­n.

Mas podría estar ante un momento propicio después de una primera condena por parte del TSJC. Las urnas frente a la inhabilita­ción, antes de que el Tribunal Supremo decida sobre el previsible recurso de apelación. Un nuevo llamamient­o al voto plebiscita­rio, después de la prohibició­n del referéndum y el correspond­iente momento dramático. No hay indicios de que el Tribunal Supremo quiera demorarse. No le regalarán tiempo.

El acto de ayer invita a pensar en un escenario difícil por falta de tiempo: Mas al frente de una lista electoral

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XAVIER GÓMEZ Las tres banderas. Las banderas de Europa y España no ondearon bien ayer por la mañana en el Palacio de Justicia
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