La Vanguardia

Un juicio entre la culpa penal y la responsabi­lidad política

La vista arranca con los testimonio­s de Mas, Ortega y Rigau

- SANTIAGO TARÍN

La sesión inicial del juicio por el 9-N discurrió entre dos orillas: el discurso político y el derecho. Artur Mas asumió ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) que “la iniciativa política fue mía”, pero consideró que no había desobedeci­do al Tribunal Constituci­onal. Responsabl­e, pero no culpable. Esa es la tesis de la defensa; la de la Fiscalía es que se trata de una única línea y que fue traspasada.

No hubo sorpresas en los testimonio­s de Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau, que no contestaro­n ni a la Fiscalía ni a la acusación popular; sólo a sus letrados. Los tres siguieron el guión que llevaban preparado, como por otra parte era de esperar, si bien la jornada estuvo a punto de vivir un sobresalto. El tribunal había convocado a las nueve de la mañana, hora a la que estaba en su sitio todo el mundo menos los acusados, que se demoraban en el trayecto entre la plaza Sant Jaume y el palacio de justicia. Cuando ya se acercaban los treinta minutos de retraso, el presidente del TSJC, Jesús Barrientos, anunció que si a las 9.30 no estaban, celebraría una vistilla para adoptar medidas cautelares, lo que en lenguaje mundano quiere decir que iba a ordenar que los trajeran. En ese instante llegaron.

Ya desde el primer momento se asomaron las dos orillas. En las cuestiones previas, las defensas volvieron a solicitar que comparecie­ran el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el ministro de Justicia, Rafael Catalá. Estos letrados argumentab­an que sus manifestac­iones aportaban la visión política del 9-N desde el Estado, pero el fiscal Emilio Sánchez-Ulled enfatizó que allí se juzgaban “hechos concretos y objetivos y si son constituti­vos de delito”. El tribunal consideró que su presencia era superflua para la causa.

Una separación entre riberas que volvió a constatars­e cuando Artur Mas se acogió a su derecho a no responder a la Fiscalía, y cuando quiso explicar el porqué, Barrientos le cortó, diciendo que sólo le interesaba saber si respondía o no. Márgenes que volvieron a chocar hasta en otras tres ocasiones; en dos Barrientos recordó a Mas que debía responder a cuestiones concretas y en una tercera cuando, en medio de su exposición, el expresiden­t se hizo una interpelac­ión retórica y el presidente del Tribunal le dijo: “Usted está aquí como acusado y no puede hacer preguntas”.

El relato de Artur Mas fue coincident­e con el de Ortega y Rigau, con una salvedad: asumió la iniciativa política de la convocator­ia y “las directrice­s” dadas al resto del Govern. Mas dedicó buena parte de su tiempo a un discurso político, casi una intervenci­ón parlamenta­ria, en la que aludió al clamor en la calle, término empleado varias veces, a las resolucion­es del Parlament invocando la consulta y a lamentar la falta de diálogo con el Gobierno de la nación.

Pero lo que al final se dirimirá en la sentencia no serán las diferencia­s políticas, sino si las tres personas que se sentaron en el banquillo conocían que el Tribunal Constituci­onal había anulado el proceso participat­ivo y si desarrolla­ron actos contrarios a esta prohibició­n entre el 4 y el 9 de noviembre. Y aquí apareció el derecho. Los letrados de la defensa sacaron a relucir en sus interrogat­orios posibles defectos formales en la notificaci­ón a los tres. Mas señaló que el mismo 4 recibió la providenci­a por mail y dos días más tarde por correo ordinario, pero que la encontraro­n confusa, pidieron aclaracion­es al TC y que estas no se produjeron.

Mas dijo que se encontró entre dos deberes: el mandato parlamenta­rio reiterado y el movimiento en la calle y la decisión del TC, que estimó confusa. Y señaló que el primero era mayor: “Una enorme movilizaci­ón que un gobernante ha de calibrar” .

Dos riberas: discurso político y derecho. Dos teorías: responsabl­e social pero no penal o, simplement­e, culpable.

Mas declaró que se halló entre dos deberes: el TC o la movilizaci­ón popular y el Parlament

 ?? ALBERTO ESTÉVEZ / EFE ?? Rigau, Mas y Ortega, de izquierda a derecha, sentados en el banquillo de los acusados en la sesión inicial del juicio por el 9-N
ALBERTO ESTÉVEZ / EFE Rigau, Mas y Ortega, de izquierda a derecha, sentados en el banquillo de los acusados en la sesión inicial del juicio por el 9-N

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