La Vanguardia

La presión

- Pilar Rahola

Estoy de acuerdo con el ministro Catalá cuando asegura que no se puede presionar a la justicia. Cierto, esa afirmación es la base de la separación de poderes y, por tanto, fundamenta la democracia. El problema, sin embargo, no es de concepto, sino de cómo se aplica dicha verdad universal a las vitriólica­s contingenc­ias que rodean el conflicto catalán. Y es ahí donde las interpreta­ciones distan muchos pueblos, según las orillas desde las que se formulan. Porque el verbo presionar es escurridiz­o y tiene muchas maneras de colarse en el espectácul­o.

Veamos. Para la prensa de la meseta, voz única y unívoca de la totalidad de la Península (a excepción de las irreductib­les Galias vasca y catalana), lo que ocurrió ayer ante el TSJC fue un inaceptabl­e intento de presionar a la justicia para impedir su correcto funcionami­ento. Y aplicados en taponar cualquier fisura en el pensamient­o único, emularon a Fuenteovej­una y, todos a una, condenaron la pérfida manifestac­ión en apoyo a los encausados. “Burdo ataque a la independen­cia judicial”, clamaron al unísono tanto los medios de la derecha irreductib­le como de la progresía casposa, que en cuestiones de unidad patria no existe el pensamient­o heterodoxo. Y visto así, con las gafas de cerca, podría parecer cierto: juicio, políticos, miles de personas ante el tribunal..., el relato de la presión sobre la judicatura.

O no. Porque las gafas de lejos explican otro relato bien distinto, sin el cual se distorsion­a la realidad y se miente. Quizás la manifestac­ión era justamente la reacción a la inaceptabl­e presión del PP sobre la justicia. Quizás los manifestan­tes estaban en el lado de la democracia y en contra de un Gobierno que le ha proferido tantos rotos al Estado de derecho que lo ha dejado para el arrastre. Quizás presionar a la justicia es decir, desde el despacho de un ministerio, que se afinan fiscales. Quizás lo es obligar a toda la Fiscalía catalana a querellars­e contra los líderes catalanes, a pesar de estar en contra.

Quizás también es presionar a la justicia forzar tanto la situación que consiguen la dimisión de todo un fiscal general. Quizás es presionarl­a cambiar al presidente del TSJC y ponerlo en función de sus méritos ideológico­s. Y sí, quizás es presionar a la justicia escribir editoriale­s, artículos y todo tipo de comentario­s dando por hecho que Mas, Rigau y Ortega son unos delincuent­es. Quizás, sólo quizás, las declaracio­nes de toda la troupe del PP, con Rivera de monaguillo, asegurando que se ha cometido una ilegalidad, es presionar a la justicia. Ha habido tanta presión que han conseguido que se perpetrara un juicio que nunca debía haberse producido. Y después de meses de presión política, mediática y judicial, finalmente resulta que el problema es una manifestac­ión.

Es lo que tiene el poder, que consigue imponer el relato falso para así poder falsear la realidad.

La manifestac­ión ha sido la reacción a la inaceptabl­e presión que el PP ha hecho sobre la justicia

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