Sólo quería un Estatut
Cuando empezó el diálogo con el Gobierno central sobre la reforma del Estatut de Catalunya pensé que con él conseguiríamos un nuevo acuerdo que ayudaría a una mejor integración de Catalunya en España. Soy castellanoparlante y no tengo ningún sentimiento nacionalista español ni catalán. Se trataba de solucionar un problema económico y social de injusticia flagrante.
Enseguida vi el sistema español de diálogo, boicot económico promovido por la Conferencia Episcopal con el beneplácito del Gobierno, manifestaciones en contra, etcétera. Mientras el sentimiento independentista subía y el PP en la oposición ganaba adeptos con alegría, intenté convencer a amigos y familiares de fuera de Catalunya del efecto contrario a la unión del país que estaban provocando. Fue en vano. Nadie podía entender que aquello sería difícil de reparar.
Voté sí a un Estatut que ya no quería, con la esperanza de acabar con aquello y volver a la normalidad. Aún recuerdo a Alfonso Guerra riendo en la radio: “Nos hemos cepillado el Estatuto”. Aún faltaba lo peor. El nuevo gobierno lo llevó al Constitucional, que lo amputó.
Sólo nos queda la sumisión o la dignidad, y hoy escojo la dignidad. Votaré a cualquier partido que promueva la independencia como primera y única meta. Yo sólo quería un nuevo Estatut.
FERNANDO SERRA SOLÁ Subscriptor Barcelona