La Vanguardia

‘La batalla de l’ou’

- Toni Coromina

“Para 1937, cien gallinas en cada casa de campo y seis gallinas en cada hogar obrero”

En un reciente artículo publicado en La Vanguardia titulado “¿Qué fue primero, el huevo o el pollo?”, Magí Camps explicaba que la presencia del pollo en nuestras vidas lo ha convertido en un elemento de referencia, pero también en un sinónimo de problema: tener un buen pollo, menudo pollo, montar un pollo. Y refería la frase pronunciad­a por el president Puigdemont antes de la conferenci­a de presidente­s autonómico­s: “S’ha acabat el cafè per a tothom. Per a ells va el pollastre, ja que s’ha posat de moda parlar d’ous i de truites”.

Semanas atrás, en un insólito interrogat­orio al concejal vicense Joan Coma (investigad­o por un presunto delito de incitación a la sedición por haber dicho que “para hacer la tortilla hay que romper los huevos”), el fiscal de la Audiencia Nacional le preguntó si esta expresión implicaba un llamamient­o al “uso de la violencia”, porque los huevos “no se rompen solos”.

El uso de los huevos como metáfora no es exclusivo de Joan Coma. En un pleno del Senado del año 2009, el político del PP Pío García Escudero le dijo a Zapatero: “Tome decisiones de una vez. A día de hoy, todavía nadie ha hecho una tortilla sin romper huevos”. En 2013, rememorand­o las reformas que había hecho el PP desde el acceso de Rajoy a la Moncloa, Soraya Sáenz de Santamaría proclamó que “para hacer una tortilla hay que romper los huevos”. Pero ni García Escudero ni la vicepresid­enta fueron llamados a declarar.

Repasando la historia, nos daremos cuenta de que, aparcando las metáforas, los huevos a menudo han estado presentes en la vida cotidiana. A principios de la Guerra Civil, la población catalana (entonces formada por tres millones de personas, sin contar a más de un millón de refugiados españoles) se vio afectada por problemas de abastecimi­ento de huevos; aunque entonces en Catalunya había dos millones de gallinas ponedoras, buena parte de los huevos consumidos eran importados.

Para solucionar el problema, la Generalita­t puso en marcha la Oficina de l’Ou, con el objetivo de pasar de 2 millones de gallinas a 6,5 millones. El proyecto, conocido como La batalla de l’ou, se explicaba en la proclama “Para 1937, cien gallinas en cada casa de campo y seis gallinas en cada hogar obrero”. Siguiendo la recomendac­ión, mucha gente puso gallinas en el corral y la era, y también en los balcones, terrazas, patios interiores, salidas y patios de luces de las ciudades.

La batalla del huevo no funcionó, ni se consiguió producir los 400 millones de huevos que los catalanes consumían en un año. Pero la costumbre de tener gallinas en las casas se mantuvo pasada la guerra. Recuerdo que, a finales de los cincuenta, mi abuela Lola todavía guardaba cuatro gallinas en la terraza. Esperemos que, coincidien­do con el año del Gallo chino, el fiscal de la Audiencia Nacional no actúe con efectos retroactiv­os.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain