Exigir la perfección
El fútbol es un juego de errores. Con un balón redondo. Hay entrenadores que creen que el mejor partido es el que acaba 0-0 porque si se anota un gol es que ha existido un fallo. Esa es una versión. Hay otra. La que habitualmente ofrece la televisión, con cámaras superlentas, repeticiones impresionantes y efectos de 360 grados. La tele ha convertido al fútbol en un espectáculo, cuando siempre había sido pasión.
Las consolas de videojuegos han acabado por clonar el mundo del fútbol, reduciendo la imperfección. Los altavoces aduladores han acabado elevando partes del juego a un nivel de excelencia excesivo y el espectador se ha vuelto mucho más exigente porque el fútbol a su alrededor parece diseñado por ordenador. Y no es así. Los futbolistas son mucho mejores pero no son perfectos. Siguen siendo personas. Aquellos niños ilusionados han pasado a formar parte de la élite de un negocio descomunal. En su entorno tienen abogados, fiscalistas, agentes, expertos en comunicación, secretarios y hasta hay quien se trae directamente a los amigos. Pero en el campo de juego se acaban mostrando como cuando competían en cadetes.
Ha variado más la visión del fútbol que el propio juego. Zinédine Zidane, entrenador del Madrid, comentó en una rueda de prensa si es que su equipo iba el último clasificado tras escuchar las preguntas que le hacían. Luis Enrique se muestra en ocasiones irónico o cáustico cuando le señalan aspectos concretos del juego del equipo. En fútbol, hoy, parece que sólo se perdone la perfección.
El Barça ganó por 3-0 a un muy buen Athletic en el Camp Nou. Fue un resultado contundente, claro, definitivo
La tele y los videojuegos ayudan a crear otra realidad; ha variado más la visión del fútbol que el propio juego
ante un equipo sólido, bien estructurado, que trabajó perfectamente una estrategia de presión adelantada que impidió que el FC Barcelona saliera como es habitual con el balón controlado. Pero dispuso de muchos más espacios, precisamente por esa táctica del entrenador vasco. Y ganó claramente, por una diferencia sustancial, pero arreciaron las críticas sobre el modelo. Sobre que el Barça ha sustituido el centrocampismo por el delanterismo, que no hay control del juego, que falta la pausa. Es posible, pero el FC Barcelona ganó 3-0 y su eficacia ante la portería fue devastadora. No jugaron ni Busquets ni Iniesta, lesionados. ¿Qué se le pide a este Barça? ¿La perfección que nos aproximan las videoconsolas o la espectacularidad de las cámaras lentas de la tele? Los rivales también juegan y el Barça sabe aprovechar su ventaja cuando puede. Está bien aspirar a la excelencia, pero alcanzarla en fútbol sólo es posible en momentos concretos, no en cada partido de cada competición.