Menos deuda, menos inversión
En el 2016, el sector privado ha continuado el proceso de desapalancamiento que inició en el 2010. Así, en los últimos 12 meses, la deuda de empresas y familias ha caído en 49.000 millones de euros (un 2,6%, 21.000 millones de empresas y 28.000 de familias), hasta situarse en el 167,5% del PIB. Desde que se inició el proceso en el 2010, el desendeudamiento alcanza los 483.000 millones de euros, lo que supone recortar en 48 puntos el peso de la deuda privada en el PIB. Ha sido tal la magnitud de desendeudamiento que en la actualidad la ratio deuda empresarial/PIB de España ya se sitúa por debajo de la media europea (102,3% frente a 105,1%), mientras que en el caso de las familias todavía es superior (65,2% frente a 58,8%).
La otra cara de la moneda de semejante esfuerzo es la brutal caída del crédito bancario al sector privado, que desde su valor máximo ha caído un 32%, lo que implica un adelgazamiento del negocio bancario en España cercano a los 600.000 millones de euros. Como la reducción de la deuda privada ha continuado en el 2016, el stock de crédito ha seguido cayendo, e incluso se ha acelerado en los últimos meses, en contra de lo que se preveía hace un año. La compra de deuda corporativa por parte del BCE es un factor que contribuye a explicar esta mayor caída del crédito, ya que las grandes empresas se benefician de colocar deuda a tipos por los suelos.
Que los agentes económicos reduzcan su endeudamiento es una buena noticia ya que reducen su vulnerabilidad financiera y mejoran su viabilidad. Pero un desapalancamiento acelerado repercute negativamente en la inversión y puede además estar reflejando la falta de expectativas optimistas que les lleve a retrasar proyectos de inversión, de forma que se opte por destinar el ahorro a cancelar deuda y no a incrementar la capacidad productiva. Además, un contexto como el actual en el que el coste de la financiación está en niveles muy reducidos, debería incentivar la demanda de crédito, por lo que si el desapalancamiento continúa es porque no hay suficientes alternativas rentables a la inversión del excedente de las empresas. Por tanto, quien “paga el pato” es la inversión, y por tanto la creación de empleo y el crecimiento económico.
Los datos de inversión de los últimos trimestres cuadran perfectamente con la evolución descrita del desapalancamiento de las empresas. Así, la tasa de crecimiento interanual de la inversión lleva cayendo de forma ininterrumpida en los últimos cinco trimestres, pasando del 6,7% en el tercer trimestre del 2015 al 3,1% en el tercero del 2016. En consecuencia, y dado que la ratio deuda empresarial/PIB de España ya está por debajo de la media europea, hubiera sido mejor noticia que los 22.000 millones de capacidad de financiación de las empresas en los últimos 12 meses hubieran ido a parar a proyectos de inversión en lugar de a amortizar deuda.
El problema es destinar el ahorro a cancelar deuda y no a incrementar la capacidad productiva