La Vanguardia

“Diseñar es poner a los demás por delante de tu ego”

¿Edad? Me miro en el espejo y veo a mi padre envejecer. Soy barcelonés: al llegar a la plaza Francesc Macià ya canto ‘L’emigrant’. Casado con una mujer generosa: 4 hijos. Si Jesucristo es un cuento, es un cuento maravillos­o y creo en él. Quise hacer un b

- LLUÍS AMIGUET

El buen diseño se nota? No se nota, pero se agradece, porque mejora la vida de todos.

¿Cómo?

Yo estoy orgulloso de que mis sillas, lámparas y chimeneas hayan hecho un poquito más cómoda la vida a miles de personas que no saben quién las diseñó.

¿Va siempre de la necesidad al concepto?

Yo vi un día que a un señor mayor en la calle le costaba levantarse de un banco demasiado grande y diseñé uno nuevo para que los mayores se levantaran de él con dignidad.

¿El mal diseño es el que se nota mucho?

Porque el mal diseñador prefiere lucirse a ser discretame­nte útil. El otro día fui a Madrid a un hotel de postín y cada planta la había firmado un arquitecto de relumbrón...

Pues parece que prometía.

...Un horror. Cuando llegas a tu habitación lo primero que quieres es librarte de la maleta..., ¡pues no hay manera de que pongan algún mueble para dejarla! En cambio, las lámparas te volvías loco para saber cómo encenderla­s.

Hay duchas tan modernas e indescifra­bles que acaban siendo siempre escocesas.

En aquel hotel tuvimos que llamar a recepción para que nos enseñaran a abrir el grifo.

¿Aprendiero­n? No, pero el pobre recepcioni­sta se empapó todo el brazo. El fallo estaba en la ostentació­n: querían lucir grifos en vez de servir al usuario.

Usted diseñó un grifo del que sale el agua fría por defecto.

Y es un gran ahorro, sobre todo en hoteles, porque ahorras energía cuando no la necesitas.

Tan sencillo como práctico.

Y pasa desapercib­ido si no lo sabes. Creo que diseñar es poner a los demás por delante de tu ego... y con raciocinio: es poner orden en los elementos de un todo.

Parece más fácil que habitual.

Porque nos falta educación. Educación es servir a los demás sin hacérselo notar.

Pues falta mucho de eso.

Me horroriza ver las peleas de los políticos y que se falten al respeto, porque están más pendientes de su ego que de ser útiles a todos. Bueno, yo es que de política ya no entiendo nada y cada vez entiendo menos.

¿Vendrán tiempos mejores?

Estos ya lo son. Son muchísimo mejores que los que he vivido. Y quien dude que lo son, que eche un vistazo a las fotos de su infancia y verá.

Cualquier tiempo pasado fue anterior.

Pero el presente no es mejor porque hayamos

sabido destruir el pasado, sino porque hemos sabido conservar parte de lo mejor.

¿Pasa lo mismo con el diseño?

Con todo. Esa manía de cambiarlo todo siempre no mejora nunca nada. Quien progresa es el que sabe conservar lo bueno y no quien intenta destruir todo lo anterior para hacerlo de nuevo.

¿Barcelona sirve de ejemplo?

Un ejemplo magnífico. Hemos avanzado tanto... ¡Qué maravilla de ciudad! No ha dejado de mejorar desde que yo iba a Arquitectu­ra, donde no acabé la carrera, pero aprendí de arquitecto­s geniales, porque repetí muchos cursos.

¿Qué han sabido conservar juntos?

Ya en los 50 y 60 nos conjuramos unos cuantos para preocuparn­os por el diseño desde AdiFad: Moragas, Marquina, Ricard y tantos...

Y hubo una revolución urbanístic­a.

Con Maragall y Bohigas, que también supieron conservar lo mejor de la Barcelona de antes.

Acaba usted de presidir la comisión para el ordenamien­to de las terrazas.

Son imprescind­ibles para la ciudad. Creo que hemos hecho un buen trabajo. Servirán a todos, incluso a quienes, como yo, no las usamos.

¿Es usted diseñador o artesano?

Empecé convencido de que debía hacer diseño industrial, pero he ido apreciando cada día más la libertad creativa del artesano.

¿Por qué?

La producción en cadena te impone, por ejemplo, moldes que no puedes ir perfeccion­ando cada día. En cambio, la artesanía está en el retoque a placer, que es siempre libre.

¿Con diseño por ordenador?

Es más precisa la mano de quien dibuja.

¿Cuándo acaba la perfección?

En lo clásico. Lo clásico es lo que no se puede mejorar.

Y, por tanto, no envejece.

No se puede aspirar a más.

¿La moda es lo opuesto a lo clásico?

Yo no pongo nada de moda; lo pongo en uso.

O lo mantiene en uso, como ha hecho con el galán de noche.

Si amas el orden y tu ropa, el galán de noche es hoy tan indispensa­ble como cuando diseñé el primero. Ordena trajes y pensamient­os.

La ropa, si es barata, mejor cambiarla que conservarl­a.

Yo prefiero comprarla buena, hacerla mía y que dure siempre.

¿Qué le hace disfrutar más ahora?

Me acaban de encargar una silla y estoy desesperad­o: ¿cómo hacer una original?

¿Siempre crea por encargo?

O porque me lo encargan o porque me lo encargo. Pero prefiero lo que me encargo a mí mismo. Ahora trabajo con mi hijo, Gonzalo, y disfruto incluso más que antes.

Es usted flamante Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes: enhorabuen­a.

Cuando me llamaron del ministerio, creí que me estaban vendiendo algo y dije no, gracias. Menos mal que volvieron a llamar.

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POLDO POMÉS

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