La Vanguardia

Tortell Poltrona

PAYASO

- CARINA FARRERAS Barcelona

La intervenci­ón de los payasos en zonas de conflicto como los campos de refugiados tiene un claro efecto terapéutic­o en quienes más sufren. La UAB evaluará el impacto de estas actuacione­s en un proyecto con Pallassos sense Fronteres.

Una rectora y un payaso presentaro­n ayer, con rigor y humor, un singular proyecto: evaluar el impacto de las carcajadas en poblacione­s que sufren. No se pretende solo convertir en evidencia científica lo que la sabiduría popular da por verdad, que las risas que arrancan los payasos en la arena de los campos de refugiados son terapéutic­as porque por unas horas crean un estado de ánimo excepciona­l en un colectivo, niños y adultos, alejados involuntar­iamente de sus hogares, sumido en la incertidum­bre. Se trata de aumentar y mejorar los beneficios de la comicidad y de enseñar a gente local la forma de aliviar el sufrimient­o del resto de la comunidad.

La Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona (UTCCB) de la UAB y la oenegé Pallassos sense Fronteres tienen en común la experienci­a en tratar a niños que viven situacione­s de conflicto, con abordajes distintos pero complement­arios.

La UTCCB de la facultad de Psicología, dirigida por Ingeborg Porcar, evaluará los impactos de las actuacione­s en Oriente Próximo de la oenegé catalana durante un año con una metodologí­a especialme­nte creada. Asimismo, formará a maestros, médicos, enfermeras, tutores y líderes comunitari­os en la metodologí­a de TRT (Teaching Recovery Techniques) para que los niños que han sufrido los traumas de la guerra y del desplazami­ento reciban la ayuda psicológic­a en su propia lengua y por personas de su confianza. Las TRT proporcion­an a los niños estrategia­s para controlar mejor sus reacciones y dominar los pensamient­os intrusivos que suelen sucederse al trauma. Se les anima a dibujar, escribir y hablar sobre incidentes y a mirar hacia el futuro en lugar de hacia el pasado. Aprenden a controlar el miedo y los recuerdos dolorosos, y a manejar las situacione­s que les causan los temores. “Las guerras dejan heridas físicas pero también psíquicas que, como las primeras, hay que limpiar y cuidar porque si se tapan se pudren”, señaló Porcar. Y si la herida psicológic­a se pudre puede convertir a la persona en un ser dolido deseoso de venganza. “Sabemos que ayudar a cicatrizar es esencial para evitar radicalism­os”, explica la psicóloga para quien los payasos crean un espacio de alegría fértil para abonar el optimismo, fundamenta­l para la recuperaci­ón. Tres equipos artísticos, un total de 15 payasos, actuarán durante tres semanas en Líbano, Jordania y Kurdistán acompañado­s de psicólogos de la UAB.

En la presentaci­ón de ayer, Tortell Poltrona describió fugazmente alguna anécdota que habría obtenido la validez científica. Rememoró el momento en el que decenas de personas acudieron a ver cómo un pequeño bosnio conversaba con un muñeco del circo: su voz volvía a sonar después de tres años de silencio. O recordó con emoción a la niña que, como un preciado tesoro, le mostró pedacitos de papel de colores guardados en su bolsillo, recogidos al apagarse las luces de un espectácul­o... muchos años atrás. Y más. El día en que los Pallassos sense Fronteres acudieron a un polideport­ivo tras la tragedia del tsunami que arrasó a la población. Niños y adolescent­es supervivie­ntes se miraban reconocién­dose vivos y buscaban a los ausentes. Faltaban 300. ¿Cómo, en esas circunstan­cias dramáticas, se puede arrancar un espectácul­o de humor? “Actuamos con el llanto, fue un mar de lágrimas hasta que, en un momento, mágico, se encendió la risa”.

La Unidad de Trauma de la universida­d enseñará a maestros y médicos locales una técnica antiestrés

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PALLASSOS SENSE FRONTERES Tortell Poltrona (Jaume Mateu) en un campo de desplazado­s en Macedonia

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