Colombia negocia ahora la paz con la guerrilla marxista del ELN
El grupo armado aspira a un acuerdo como el alcanzado con las FARC
Colombia ha iniciado una nueva senda hacia la convivencia. El Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) han abierto en Quito las negociaciones que han de poner fin a 52 años de lucha armada. La voluntad de las dos partes es llegar a un acuerdo cuanto antes. La paz alcanzada a final del pasado año con las FARC acelerará el proceso negociador.
Juan Camilo Restrepo, jefe de la delegación gubernamental, señaló el martes en Quito, al iniciarse el diálogo oficial, que se recurrirá a la mesa de La Habana, es decir, el marco negociador que hubo con las FARC, para acelerar el proceso. El objetivo es el mismo y la agenda a la que se ha comprometido el Gobierno y el grupo marxista ELN es muy similar: integración en la vida política a cambio de dejar las armas y compensar a las víctimas.
El medio siglo de lucha armada en Colombia ha dejado entre 220.000 y 260.000 muertos, además de seis millones de desplazados y un lastre económico que ahora se intenta levantar.
Pablo Beltrán, líder del ELN que encabeza las negociaciones, se ha comprometido a asumir la responsabilidad por los crímenes cometidos y ha celebrado que ahora se vaya a buscar una solución política al conflicto.
El acuerdo con las FARC obligó a establecer mecanismos de verificación del alto el fuego y el desarme que ahora serán de mucha utilidad para acelerar las conversaciones. Restrepo no quiso hablar de una “paz exprés” pero dejó muy claro que cada día que pasa sin un acuerdo es un castigo innecesario para las víctimas.
El ELN es el segundo grupo armado de Colombia. Cuenta con cerca de 2.000 guerrilleros. La paz permitirá reactivar la economía en las regiones afectadas por su dominio. Durante estos años de lucha ha secuestrado a cientos de personas y atentado contra instalaciones eléctricas y petroleras. Las extorsiones y el enfrentamiento con las fuerzas armadas han dejado miles de muertos.
El Gobierno mantiene un diálogo informal con el ELN desde hace tres años, pero las conversaciones formales han sido imposibles hasta ahora. El último obstáculo fue el secuestro del político Odín Sánchez. Su liberación la semana pasada despejó el camino a la diplomacia. El Gobierno, por su parte, liberó a dos guerrilleros en un gesto de buena voluntad.
El gran reto que afronta ahora el presidente Juan Manuel Santos es que la opinión pública no perciba ningún trato de favor al ELN. La mayor crítica que recibió el acuerdo con las FARC fue que cedió demasiado, especialmente en el terreno de la justicia. La oposición a Santos lo acusó de haber perdonado crímenes imperdonables y sobre esta idea doblegó el acuerdo de paz en un referéndum que Santos había dado por ganado de antemano.
De ahí que Restrepo dijera el martes en Quito que los derechos de las víctimas del ELN “están en el centro de las negociaciones” y agregó que “la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición son las raíces profundas y reales de la reconciliación”.
Aún hay muchos secuestrados en poder del ELN, rehenes que el grupo armado utiliza ahora como pieza de cambio. Beltrán, aun así, pidió que los colombianos se unan “alrededor de las coincidencias y dejemos a un lado lo que nos separa”. Aseguró que el ELN está dispuesto a abandonar la lucha armada y realizar los cambios necesarios “con tal de que se abran las puertas a una democratización del país”.
Ecuador es el escenario de unas negociaciones que Bogotá quiere acelerar al máximo