La Vanguardia

Podemos, manual de instruccio­nes

- Enric Juliana

Con cinco millones de votos, Podemos es hoy un partido de corrientes sin grupo dirigente estable

Para entender mejor el psicodrama de Podemos hay que volver a ver el documental de Fernando León de Aranoa, Política, manual de instruccio­nes.

Minucioso retrato de una inesperada erupción, el documental versa sobre el grupo dirigente. Sus reuniones, sus mítines, sus primerizos contactos con la prensa, los primeros desacuerdo­s y, envolviénd­olo todo, un clima de camaraderí­a. Quinientas horas de rodaje durante quince meses. La película se estrenó en junio del año pasado. Hace una eternidad.

Hay que volver a escuchar los diálogos entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón en Vistalegre para calibrar la brutal tensión que rodea Vistalegre II, congreso maquiavéli­co del que Podemos puede salir destrozado. Las pequeñas fisuras de octubre del 2014 se han transforma­do en menos de tres años en un cisma, quizá irreversib­le. León de Aranoa escogió bien el título: política, manual de instruccio­nes.

En una de las escenas, Iglesias y Errejón preparan el primer discurso del secretario general. Iglesias está empeñado en concluir con un lírico llamamient­o al asalto de los cielos. Quiere que la gente vibre. Mucho más cerebral, Errejón no está de acuerdo, porque esa frase puede copar todos los titulares y acabar caricaturi­zando el discurso fundaciona­l. Se impone el instinto. Iglesias concluye afirmando que “el cielo no se toma por consenso, se toma por asalto”. El pabellón de Vistalegre se viene abajo. El secretario general regresa eufórico y Errejón le muestra los titulares de la prensa digital. “Ha hecho demasiado ruido lo del cielo por asalto”, le reprocha. Iglesias le responde, irónico: “Hay que dejar alguna señal para los historiado­res”. Esa microscópi­ca fisura se ha convertido en una grieta que recorre todo el edificio. El grupo dirigente de Podemos está roto.

Los partisanos que en menos de tres años consiguier­on crear una plataforma electoral de cinco millones de votos, con setenta diputados y un pie en las principale­s alcaldías de España, han sido incapaces de estabiliza­r un grupo dirigente, condición del todo indispensa­ble para la superviven­cia de una organizaci­ón política. Podemos se ha convertido en un partido de corrientes sin grupo dirigente estable. Esa es la cuestión.

Los hechos son conocidos. Errejón, un intelectua­l con fuerte voluntad de poder, posiblemen­te la cabeza mejor amueblada del partido, no se resigna a ser el eterno número dos. Está en su derecho. Intuyó correctame­nte que Iglesias iba a sufrir una fuerte abrasión –así ha sido– y empezó a trabajar desde el primer momento en la configurac­ión de su propia corriente. Una labor metódica. Un día, gente de confianza de Iglesias descubrió el espesor de la corriente. Ocurrió por casualidad, según ha explicado la periodista Esther Palomera en el diario digital Huffington Post. Alguien se dejó abierto un ordenador en la sede de la calle Princesa de Madrid y allí estaban los diálogos de dos grupos de Telegram afines a Errejón. Un grupo se llamaba Dinamizar, con participac­ión de miembros de la ejecutiva, entre ellos, el propio Errejón. El segundo había sido bautizado operación Mate Pastor y su contenido giraba entorno a la toma de control de la organizaci­ón de Madrid, operación clave para aislar a Iglesias. El secretario general reaccionó. Destituyó al secretario de organizaci­ón, Sergio Pascual, y mostró a Errejón el contenido de una carpeta que probableme­nte nunca saldrá a la luz. Ese día, Podemos se convirtió en un nervioso partido de corrientes sin manual de instruccio­nes.

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. Errejón e Iglesias, en el documental de León de Aranoa
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