La Vanguardia

El amarillo más discutido

ROGER WALKOWIAK (1927-2017) Decano de los ganadores del Tour de Francia

- XAVIER G. LUQUE

Descendien­te de un emigrante polaco, el francés Roger Walkowiak se hizo un hueco en la élite ciclista al conquistar contra pronóstico el Tour de Francia de 1956. Walkowiak, Walko para los aficionado­s franceses, no era un mal ciclista. Ganador de un par de etapas de la Vuelta, segundo del Dauphiné... pero no parecía en absoluto destinado a conquistar el premio supremo, el Tour.

La vuelta a Francia de 1956 fue la primera que permitía el cambio de rueda tras un pinchazo. Pero ha pasado a la historia por su desenlace. Una escapada descontrol­ada, en la séptima etapa de 244 kilómetros camino de Angers, permitió a una treintena de corredores sorprender a los favoritos y tomar 19 minutos de ventaja. El Tour estaba en el aire.

Entre los fugados destacaba Walkowiak, el mejor escalador. Después de un liderato efímero recuperó el maillot amarillo en los Alpes, a cuatro días del final, y lo conservó hasta París. Tomó carta de naturaleza una expresión que le persiguió toda la vida: ganar un Tour a lo Walkowiak, como sinónimo de conquistar­lo como quien dice en una lotería. Era además el segundo ganador de todos los tiempos sin ganar ni una etapa.

A él le gustaba matizar la expresión y aseguraba que en realidad quería significar que el vencedor procedía de una carrera “animada, rica en ataques, sin un líder sólido”, pero en vano. Siempre que en un Tour de los años posteriore­s se ha producido una escapada sin nombres ilustres, el recuerdo de Walko ha saltado a todas las crónicas deportivas.

Con problemas de salud por las secuelas de una disentería que sufrió en la Vuelta a Marruecos de 1954, Walkowiak colgó la bicicleta en 1960 para dedicarse primero al comercio, luego fue agricultor y finalmente regresó a su oficio anterior a la bicicleta: fresador en una fábrica. Según explicó, la victoria en el Tour le dejó poco: “No se ganaba tanto en aquellos tiempos. Los premios de la carrera los repartí con mis compañeros de equipo. Sólo saqué algo con los critériums post-Tour, pero no me dio ni para comprarme una casa...”.

Apartado, incluso asqueado, del mundillo ciclista, que considerab­a que lo había maltratado, Walkowiak no era un habitual visitante de las carreras. Se dejó ver por fin en 1992 para sufrir una nueva humillació­n: un controlado­r le negó el acceso a la zona vip, hasta que apareció Raymond Poulidor y montó en cólera: “¡Cómo se atreven a negarle la entrada a un ganador del Tour!”, bramó Poulidor.

Walkowiak quedó traumatiza­do y en una entrevista televisiva hacia 1996 aún seguía afectado: “Nunca hablo de aquel Tour. Ni siquiera con mi mujer. Nunca”. Luego rompió a llorar mientras balbuceaba: “Nadie sabe cuánto sufrí”.

Con los años su figura fue restableci­da. El mismo Bernard Hinault, con su estilo peculiar señaló: “A los que dicen que Walkowiak no merecía aquel Tour sólo les diría que hubieran estado ahí para arrebatárs­elo. Nadie tiene derecho de decir que le regalaron el Tour o que lo robó. Un Tour nunca se regala”.

Con la muerte en Vichy a los 89 años, Walkowiak cede la considerac­ión de ganador del Tour más antiguo a Federico Martín Bahamontes, el campeón de la edición de 1959.

Las peculiares circunstan­cias de su victoria en 1956 le persiguier­on toda la vida

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AFP

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