La justicia mantiene suspendido el decreto islamófobo de Trump
Los nacionales de los siete países musulmanes vetados podrán viajar a EE.UU.
De nada le han servido al presidente de EE.UU. la presión desaforada a que ha sometido a los jueces a lo largo de la semana. El Tribunal de Apelaciones del 9.º distrito, con sede en San Francisco, ha hecho oídos sordos a las diatribas presidenciales y tumbó anoche la parte principal del decreto, considerado islamófobo, que firmó el presidente y que se había convertido en la iniciativa estelar de la nueva Administración estadounidense. El fallo del tribunal supone un auténtico revolcón político que deja a Donald Trump, como el galló de Morón, es decir, sin plumas y cacareando, cuando apenas lleva tres semanas en el cargo.
El Tribunal de Apelaciones ha considerado que procede mantener suspendida la pretensión del presidente de prohibir la entrada a EE.UU. de los viajeros naturales de siete países con mayoría musulmana, que provocó un alud de protestas en cadena, el casos en los aeropuertos y un escándalo a escala mundial. Los tres jueces del tribunal han adoptado la resolución por unanimidad. En los argumentos del fallo, los jueces no aprecian relación entre la prohibición de entrada a los nacionales de Irán, Irak, Somalia, Sudán, Libia, Yemen y Siria y la preservación de la seguridad nacional. El fallo se desarrolla en un documento de 29 páginas que entre otras cosas señala: “El Gobierno ha adoptado la posición de que las decisiones del presidente sobre la política de inmigración, en particular cuando están motivadas por razones de seguridad nacional, son revisables aunque esas acciones sean potencialmente contrarias a los derechos constitucionales y protecciones... No hay precedente para apoyar esta reivindicación, que es contraria a la estructura fundamental de nuestra democracia constitucional”.
Los jueces han atendido los argumentos de los abogados de los estados de Washington y Minesota, que son la parte litigante y que motivó la suspensión del decreto por parte del juez federal James Robartm, de Seattle. En lo que el tribunal no se pronuncia es en lo referente a la reclamación de que el decreto del presidente Trump llevaba implícita una discriminación respecto a las personas que profesan la fe musulmana, un aspecto que vulnera la libertad religiosa Es la primera derrota política del presidente y de su jefe de estrategia, redactor del decreto amparada por la Constitución.
El fallo del Tribunal supone además de una derrota política del presidente un golpe morrocotudo contra el jefe de estrategia de la Casa Blanca, Steve Bannon, un controvertido personaje de la extrema derecha que se encargó de la redacción del decreto mostrando ignorancia jurídica para llevar adelante una iniciativa tan delicada.
No cabe duda de que el Departamento de Justicia recurrirá ahora al Tribunal Supremo, pero si el Gobierno no logra cubrir con rapidez la plaza vacante que debe ocupar el nominado juez Neils Gorsuch, fácilmente podría ocurrir que se registre un empate a cuatro magistrados, que es la correlación que existe entre conservadores y progresistas. El empate mantendría el fallo del tribunal inferior, es decir, la suspensión.
Entre las presiones que ha ejercido el propio presidente Trump a los jueces, figuraban ataques al juez que dictó la suspensión, James Robart, la denuncia de animadversión política del tribunal y la afirmación de que “si EE.UU. no gana este caos nunca tendremos la seguridad a la que tenemos derecho”.
La primera reacción fue otro tuit: “Nos vemos en el Tribunal (Supremo). La seguridad de nuestra nación está en juego”.