La alcaldía destina ocho plazas a exiliados del colectivo LGTBI
Europa que copie el ejemplo de Barcelona. Nausicaa, como el personaje de La Odisea, pretende rescatar a los náufragos que hayan quedado excluidos del programa estatal de ayuda o que no hayan alcanzado aún la suficiente autonomía personal. O a las víctimas de torturas que vean rechazada su solicitud. O a quienes se vean en peligro por su opción sexual, como el colectivo LGTBI, que ha crecido especialmente entre los ciudadanos rusos por la homofobia rampante en su país. O a quienes hayan agotado los 18 meses (24, en casos extraordinarios) de ayuda estatal y aún necesiten un empujón. Estas personas dispondrán de un periodo extra de entre seis meses y un año de ayuda en Barcelona, durante el que tendrán garantizado el alojamiento, la manutención, el transporte, los gastos de farmacia y otras necesidades básicas. El programa Nausicaa ya cuenta con 47 plazas (ocho de ellas para personas
homosexuales o transexuales, que requieren una atención especial). El Ayuntamiento confía en que antes de que acabe el 2017 las camas sean 100. El programa Nausicaa, afirma el Saier, pretende ser un trampolín, un puente entre el programa estatal y los servicios sociales. “No entra –aseguran Jaume Asens y Ramon Sanahuja– en colisión, sino que complementa el plan de ayuda que también ha puesto en marcha la Generalitat”. Esta iniciativa necesitaba 500 voluntarios para hacer de mentores con los refugiados. Ayer ya se habían apuntado 1.500, en una nueva muestra de que la sociedad civil quiere acoger. El lema de la marcha del sábado será “Basta de excusas”.