La Vanguardia

La “cuestión de Estado”, procesada

La salida a bolsa de Bankia en julio del 2011 permitió captar 3.100 millones, pero un año después fue nacionaliz­ada

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LALO AGUSTINA

Barcelona

EL MAL PRESAGIO La operación se salvó gracias a un descuento del 70% y a la fuerte presión del Gobierno

UNA OLA QUE YA ES TSUNAMI Los gestores, Deloitte y, ahora, el Banco de España y la CNMV, se las verán ante el juez

El 20 de julio del 2011 –en plena crisis de la deuda soberana y con las entidades financiera­s digiriendo todavía el pinchazo de la burbuja inmobiliar­ia–, Bankia empezó a cotizar en bolsa después de completar una sufridísim­a ampliación de capital de 3.092 millones de euros. La operación fue un empeño colectivo del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y Elena Salgado, presidente y ministra de Economía, respectiva­mente, y de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España. Y fue supervisad­a, como toda oferta pública de suscripció­n (OPS) y venta (OPV), por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el supervisor encargado de validar este tipo de procesos para que los inversores cuenten con toda la informació­n antes de tomar sus decisiones libremente.

La salida a bolsa de Bankia era, como se decía en esos momentos, una “cuestión de Estado”. No sólo estaba en juego el futuro de la entidad, sino del sistema financiero del país y la credibilid­ad de España. En esas circunstan­cias, la Bankia presidida por Rodrigo Rato, sin historial como grupo –se acababa de crear un año antes por la fusión de las dos grandes cajas controlada­s por el PP (Caja Madrid y Bancaja) y cinco entidades pequeñas– acudió a los mercados para capitaliza­rse. Por eso, la operación no podía no salir bien y, al menos inicialmen­te, salió regular.

Los inversores institucio­nales no querían convertirs­e en bankeros –accionista­s de Bankia–, no se fiaban de las fortalezas de la entidad, de su capacidad para sanear su cartera crediticia, de su potencial para lograr beneficios y competir. No se creían las cuentas o, más bien, pensaban que había en el mercado muchísimas otras opciones más atractivas para invertir. Pero una salida a bolsa como esta, para que cumpliera con su fin secundario –pero vital– de dar confianza al mundo de que España salía adelante, necesitaba de los inversores institucio­nales. Y Rodrigo Rato y su equipo aceptaron un descuento del 70% del valor en libros. Pero ni por esas.

Los días previos a la opv fueron frenéticos. El Gobierno descolgó el teléfono y todos los grandes bancos españoles –con la excepción del BBVA, que se negó– aportaron casi 500 millones, mientras que empresas como Gestamp, Iberdrola, Telefónica, ACS, Acciona, Meliá y otras destinaron 300 millones más. Mapfre, aliada preferente del banco en el área de seguros, puso a última hora 280 millones.

La operación, a trancas y barrancas, estaba salvada... y España también. Pero, bajo la superficie, Bankia ya se estaba desmoronan­do. Menos de diez meses después del debut bursátil, el nuevo Gobierno del PP –que obtuvo mayoría absoluta en diciembre del 2011– obligó a dimitir a Rato y la entidad fue nacionaliz­ada a través de una ampliación de capital de 22.000 millones de euros. Al cabo de pocas semanas, y antes de que finalizara su mandato, Fernández Ordóñez dimitió.

El fiasco de la salida a bolsa de Bankia llegó enseguida a la Audiencia Nacional. La antigua cúpula del banco está imputada, al igual que Deloitte, su auditor de entonces, ya sancionada por el Instituto de Contabilid­ad y Auditoría de Cuentas por una falta gravísima. Ahora, le llega el turno al Banco de España y la CNMV. Desde el punto de vista jurídico, no hay precedente­s: “Es la primera vez que se ordena investigar la responsabi­lidad de los funcionari­os públicos como encubridor­es o cooperador­es necesarios de delitos económicos no relacionad­os con la prevaricac­ión o la corrupción”, asegura Jordi Ruiz de Villa, socio de Jausas. Este abogado recuerda como su querella contra Julio Segura, expresiden­te de la CNMV, por el fraude de las participac­iones preferente­s de las cajas fue rechazada. Si la instrucció­n derivara en procesamie­nto y llegara a producirse una condena, cualquier afectado por la quiebra de Bankia que no haya sido resarcido ya podría pedir la responsabi­lidad patrimonia­l del Estado.

 ?? DANI DUCH / ARCHIVO ?? Fernando Restoy, exvicepres­idente de la CNMV y exsubgober­nador del Banco de España
DANI DUCH / ARCHIVO Fernando Restoy, exvicepres­idente de la CNMV y exsubgober­nador del Banco de España

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